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131 Oración
Gracias, Madre, por todas las mujeres que me han dejado ver tu corazón. Guárdalas junto a tí para la dicha y tú nunca te apartes de mis ojos. Gracias por la de órbita lejana y paralela, cuya alma nunca conseguí penetrar, abandonada a su placer pasivo en todos los niveles de comunicación, enseñándome así tantas cosas activas. Gracias por la que supo manipular sus proyectos y los míos y me enseñó a reconocer lo irreal a la primera ojeada. Gracias por la frágil bailarina que sintetizaba ansiolíticos a partir de las abiertas intenciones del amor y con su mentira redimió mis culpas. Gracias por la que se convirtió en imagen sin pasar por la gozosa fase del contacto, porque me ha permitido conocer un dolor ideal sin apenas contaminación de esperanza. Gracias por la dulce y honrada compañera sin tacha, ofrecida y abierta, sin ataduras y sin velos de creencia, que me ha mostrado de ella, de mí y de todo lo único que no digo porque es secreto íntimo entre tú y yo. Gracias y perdón por las mensajeras de una o pocas noches que has enviado para enseñarme a amar en libertad y que tan lamentablemente han fracasado. Solo siento tener que decirte que no puedo darte las gracias aún por una sola a la que no soy digno de desabrochar la blusa, pero que amo y abrazo en cada pensamiento. Pues ella es un misterio que se parece demasiado a tí y en cierto modo a mí. Ella es la petición que te presento. A pesar de mí mismo, humilde y seria.