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137 Querido Leonardo (Cohen)
Ahora que yaces y te extiendes y todos los obispos y rabinos y monjes y las monjas rapadas te dejan descansar, ahora que no puedes defenderte, a título personal te declaro Maestro Iluminado de la Incertidumbre. Aunque no de manera definitiva, pues sé que mereces mejor epitafio; a alguien se le ocurrirá algo. Pero ahora ya me he dado cuenta gracias al Poder de la Atención Serena de que todas las capas de la cebolla comunican directamente con la vida y también entre ellas. Y sé que, poco a poco, toda la luz que encierran tus billones de células subirá por los tallos de la hierba dispuesta a componer nuevos seres vivientes, quizá con ganas de cantar de nuevo. Así que, por favor, aunque tu perspectiva actual modifique tu visión, aunque hayas encontrado una repentina claridad, aunque hayas quedado limpio de dudas, o aunque mucho te tiente hacer una pasada cerca del Black Label no vayas a empezar ahora a hacer el fantasma y no se te ocurra venir a matizar ni uno solo de tus versos, y mucho menos a cambiar una sola nota de una canción, ni una de las doradas vacilaciones que has dejado grabadas en mi memoria, para que no tenga que cambiar mi decisión y me pueda sentar en tu jardín, donde vive la mujer de mi vida con todas las demás que también sedujiste sin poder evitarlo, como lo hacías todo.