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171 Enola Gay
Es herencia de mi generación el final del propósito del tiempo. Casi en el mismo instante agonizaron inservibles, memoria, entendimiento y voluntad, la envoltura exterior del alma, que permitía vivir a la manera humana. A pesar de las opiniones correctas Hitler y su familia -somos todos- hicieron su trabajo muy bien, al destruir definitivamente la fe del hombre en la humanidad y en cualquier otro objeto del lenguaje. Su enemigo simétrico remató la faena poniendo en su lugar -el lugar de la fe, que está en el centro mismo de la vida- un pánico imborrable. He aquí la razón del éxito infinito de las pelis de zombies, que son nuestro retrato social más acertado. También es la razón de la dificultad terrible de educar a los hijos. Desde entonces educar es mentir. Ahora podemos comprender a nuestros padres, que lo vivieron. Cómo cerraron los ojos a estas cosas e inventaron historias que contarnos. Aún así, se salvaron algunos sorteando con indiferencia de piloto la correcta política. Muy pocos son inmunes, pero cantan muy hondo y su voz no descansa, como un hilo de oro tendido entre los cielos y el barro de la ciénaga. Hablan claro, respetan el antiguo lenguaje del corazón del mundo y sus palabras salen directas de sus hechos. Como no mienten, el mundo finge que no se les entiende. Lo que en la tele y en las redes veas de ellos no es la verdad completa y tendrás que acercarte mucho para saberlo. No puedes encontrarlos en los libros, sino en las cercanías del dolor y la muerte enseñándome a mí, por ejemplo, a desprenderme de mis altas murallas y de mi indiferencia. Llevando a sus parientes y vecinos al otro lado de la valla. Recogiendo a los agonizantes en la calle para ofrecerles una muerte humana. Rechazando la compra del tiempo de sus hijos, rechazando las ofertas por su precioso corazón, rechazando las salmodias podridas de los templos, rechazando los elogios y aceptando la luz y el alimento en la libertad de su alma. Rescatando a los niños y a todo ser humillado, pero primero a los niños. Unos están organizados a manera de coros, otros desde los montes hacen sonar su voz solitaria, los más viven calladamente a tu lado y no los oyes, pero si no estuvieran se cerraría el cielo. Y todos estos cantan la verdad redimiendo su voz y la de todos, que estaba condenada.