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189 La niña del jardín
Me esperabas inmóvil en el centro del jardín, bajo la luna llena. Allí reinabas. Cantabas tu llamada luminosa con la mirada puesta en cada paso que yo daba hacia tí. Eras tú quien hacía visible mi camino. Cuando llegué ante tí ya no pude mirar ni escuchar otra cosa. Te entregué mi pequeña mochila, mis juguetes de adulto, y mi razón quedó también allí. Como aún no podía entender tu silencio, me lo hiciste palabra. Todo mi tiempo me costó escucharla y fundirme al vacío de tu ser. Ahora estás presente. Tu semilla ha crecido. Se enredó en mis tobillos esa noche y produjo la noche de mis días para dejar caer toda la carga inútil. Esta oscuridad viva ya está desnuda y gime de alegría. Y ya estamos los dos desnudos en el alma dando este primer paso.