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73 Aunque sabes
Aunque sabes que la luz es el centro de las cosas, por costumbre aún buscas en las calles, en las tiendas, en la turbia llamada de los sueños. Pero pronto se agota ese placer y vuelves a encontrarte enamorado y solo. Bajas, cruzas, renuncias, cabalgas el aliento, entras al ancho río, permaneces inmóvil con los ojos abiertos para que el agua vaya deshaciendo tu cuerpo, para que el tiempo vaya rompiéndose en instantes y la ilusión antigua se desprenda de tu frágil visión. Y después te levantas y quizá vuelves a preguntarte si no habrá algún regalo bajo el árbol. Así está bien. La vida no te exige que te arranques la piel. Sin embargo, ya que no estás hambriento, deja que todo ocurra y permanece callado sin dar nombre al instante, sin controlar el pulso, sin querer que suceda. Calla y déjate ser ese profundo no que no conoces. Para el hombre vacío vivir es resultado de haber muerto -una vez, muchas veces- pero siguen las ropas tendidas en el prado blanqueándose al sol.