Atrás
304 Era tu defensor
Antaño, en otros sueños compartidos, ligado a tí por algo que aún no conocemos, era tu defensor con un arma en la mano y maté muchas veces para que tú vivieras. Endurecí mis ojos para que no se fuera tu sonrisa, la que siempre permite que yo te reconozca. Casi ayer me has llamado por mi nombre, el que solo tú sabes y tu sonrisa brilla inmensa y viva. Sé que nunca se irá y mi trabajo ya está terminado. Has venido ante mí para lavar la sangre que aún no me permite ser plenamente Tú. Por la atracción serena de tu amor la vieja sangre fluye hacia mis ojos en un cauce de llanto y tu presencia canta suavemente que pronto podré ver. Y sigo siendo el mismo, pero ahora no necesito armas para amarte, porque he visto en mí mismo al único enemigo. Y estoy cerca de tí, mucho más cerca, sabiéndote inmortal, sabiéndome ya vivo, aprendiendo a ser libre para tu libertad.