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308 Nunca estuvo ausente
Ella es mi madre y no la conocía. Me amaba y nunca estuvo ausente. Conocía mi dolor y mi desconfianza. Buscaba mi mano y enlazaba sus dedos con los míos. Protegía en su pecho mi cabeza. Me cantaba al oído, me arrullaba y yo ya no escuchaba los ruidos de la calle. Envuelto en ella no tenía miedo. Ahora estoy despierto y puedo verla. Parece que se aleja poco a poco, pero su corazón está en el mío y soy yo quien la abraza.