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499 Carta de despedida Para Alberto
Vivías con esfuerzo Para poder hacer las cosas más sencillas Ponías atención en cada aliento Seguir latiendo era la batalla sin tregua A veces por pudor disimulabas Querías ocultar tu frágil corazón En certeras palabras Que nos herían con su lucidez Pero te conocíamos Habíamos visto lo que te asediaba Y te amábamos Nos importaba más tu corazón sin límites Que el corazón que se moría en tí Muchas veces sabías y callabas Casi siempre Lo que mejor hacías Era callar Tu silencio Hacía resaltar La torpeza de todas las palabras Apreciaba La lucidez de ese silencio tuyo Que me inquietaba a veces -A veces Habría preferido que fuera de ignorancia- Ahora no sabemos dónde estás ¿Estás en esa cumbre y nos esperas Silbando el aire del atardecer -Hablando el soplo del conocimiento- Con tu flauta de caña? ¿Aún te mueves despacio? ¿Con tus pasos compruebas Las proporciones de la casa eterna? ¿Tienes esa sonrisa divertida Y medio borde? ¿La fe de siempre? ¿Te impacientan nuestras vacilaciones Y el ritmo lento de nuestras ideas? ¿Estás en las hormigas y en los gatos? ¿Escuchas? ¿Duermes aún? ¿O ya proyectas Lo que vas a pintar En tu pequeña parte del tapiz Cuando vuelvas aquí? Bien quisiera saber cómo decirte adiós Cómo reconocerte En futuros jardines o batallas Cómo cantarte bien, sin ofender A tí y a quien te llora No lo tengas en cuenta Pasa por alto Que no pueda decir lo que mereces Está tu muerte demasiado cerca Y de tu vida real -la cotidiana- solo sé unos detalles Acaso un poco más Del amor y la alquimia del color Los números y el orden del misterio El respeto a tu cuerpo Y a los distintos templos de la Vida La cerveza y el vino en vasos de amistosa intimidad Y la fidelidad y la ternura El deseo de abrir e iluminar Los espacios en que nos encontrabas Y esas palabras grandes -dios, amor, libertad- Que alguna vez tiraban de nosotros O nos ensombrecían un momento Pero sé que conozco lo esencial Ese brillo en lo oscuro de tus ojos Esa forma consciente de respirar la vida Te conozco y te añoro -Serio, lúcido, alegre- Ya desde que tu chispa ha vuelto al fuego Y no puedo volar con ella sin quemarme Igual que me sucede con todos los que amaba y que se han ido Te has llevado un pedazo de carne de mi carne Y has dejado un remiendo en estas alas