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Circo
Título:
Textos envolventes
Dedicatoria:
Para Tigrilla En gratitud
Prólogo:
Hacía tiempo que esperaba aquella tarde. Apremié a mi madre a salir de casa muy pronto, para no perderme ni un minuto. Compramos las entradas, paseamos ante las jaulas de los animales, vagamos entre los carromatos, las voces, las risas y los olores de la feria. Bien cogido a su mano, impaciente, pidiendo cada minuto que mirase el reloj. Cuando se hizo la hora, fuimos de los primeros en entrar a la carpa. Desde que comenzó el espectáculo, disfruté con avidez de ese tiempo irreal. Reí, sonreí, pasé miedo y tensión, atrapado por la sucesión de artificios, músicas y luces que se encadenaban, sin fin y sin pausas para descansar el aliento. De pronto sucedió algo que me pareció un prodigio mayor. En medio de un redoble de atención, los focos multiplicaron su potencia y se dirigieron allá arriba, haciendo brillar las mallas blancas del trapecista contra el fondo oscuro de la carpa. Yo había estado toda la tarde saltando de emoción en emoción, pero en ese momento me paralicé, completamente atento, sobrecogido por la enorme altura, con una especie de vértigo, como si fuera yo mismo quien estaba en lo alto. Me sorprendió el impulso inicial, saltando ya al vacío a gran velocidad. Observé la tensión de los cables, la fragilidad de las barras a las que se sujetaba un instante entre los vuelos, el espacio de sombras bajo su voluntad. Fue una demostración perfecta de seguridad y poder en el máximo riesgo.No recuerdo haber pasado miedo, ni haberme emocionado. Tampoco cerré los ojos un momento ni los aparté de él mientras estuvo allí. Y cuando por fin se dejó caer a la red, me quedé unos instantes absorto, sin poder regresar a lo inmediato. Miré a mi madre. Tras la tensión ella se relajaba en una sonrisa de alivio, esperando encontrar lo mismo en mi mirada. No fue así. Se sorprendió, porque me vio tranquilo. Seriamente, le pregunté: ¿Podré trabajar en el circo cuando sea mayor? Me miró un segundo más para entender y solo dijo, libre de duda: 'Sí, corazón'. Mi cabeza de ocho años no se dio cuenta de todo lo que podía haber dicho y no dijo, pues entonces no necesitaba entender nada. Pero ahora lo veo. Y bien quisiera tener la capacidad de escuchar como ella, de mirar como ella. Y de ver, no el error o el acierto, la idea que se expresa, lo conveniente o no de la actitud, sino sencillamente al niño, a la persona, al corazón que habla. Esa es la imagen más nítida que me dejó de sí misma, en la que conservo jóvenes todos sus rasgos, unidos por la claridad de su aceptación. Es un recuerdo que no ha envejecido. Aparece mil veces ante mí y se mantiene vivo y luminoso, con todos sus detalles intactos. Cada vez que la confianza se me debilita, parece que algo en mí necesita invocarlo, como si fuera luz en lo oscuro, en el más profundo nivel de la caída, donde vuelvo a encontrar, para vivir, la fuerza que es más genuinamente mía. Me permite recordar con alivio que sigo siendo ese niño.
Cita inicial:
Epílogo:
Cita final:
Fecha:
Torrente (2017)
Formato de página
A4
A5
Orientación de página
Retrato
Paisaje
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Izquierdo
Arriba
Derecho
Impares
Pares
Aspecto de los poemas
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Aspecto de los textos envolventes
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Aspecto del título
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