Vas a enviar este poema.

"La pradera"

Es una tarde quieta. Hay una calma limpia en la pradera. Pájaros que negocian. Rumor de agua. Algunas nubes blancas sobre el cielo radiante.

La cierva joven ramonea tranquila la hierba de la orilla. Ha nacido ya libre. No conoce ningún peligro serio. La chatarra oxidada de un coche junto al agua no significa nada para ella. Algo como los troncos caídos de los árboles viejos.

Los grandes ojos negros la llevan al azar, de bocado en bocado. No tiene prisa. Hay comida bastante.

La chica que la mira desde lejos se acerca confiada. Ni siquiera le preocupa hacer ruido. Una rama partida al caminar levanta la cabeza de la cierva. Pero ella sigue andando. La cierva siente curiosidad, pero se queda inmóvil.

La chica se acerca más. Ha sacado un racimo de bayas azules del zurrón. No hay muchas de estas por aquí. Se ha sentado en el suelo y espera con paciencia. Le ha tendido la mano con la ofrenda de frutas. El animal se acerca despacio y alarga el hocico tembloroso. Olfatea. Todo está bien. Vamos a comer esto.

Prueba un tímido bocado. Está muy bien. Sigamos.

Pero entonces, un ruido que no encaja. Un sonido de ramas que se quiebran, cerca, mucho más fuerte. Levanta la cabeza, tarde para escapar. La sombra rápida se abalanza. Todo acaba en tres saltos y un chasquido.

El tigre come la carne casi viva. Mirándolo con la cabeza un poco ladeada, aún sentada, la chica saborea las bayas azules y espera. Cuando el animal levanta la boca enrojecida, la chica se acerca y se le abraza. Se rozan, se sonríen. Murmuran sus palabras de amistad.

La chica ha ensillado a la bestia con una vieja manta y unas correas. Ha montado a su lomo y juntos han trepado esa ladera hasta la cima. Se han detenido y miran el crepúsculo. Contemplan embebidos la belleza invariable del cielo sobre el mundo. Contemplan serios los infinitos cambios de la luz que se escapa. Contemplan con nostalgia las sombras grises y negras de la vieja ciudad abandonada.

Las ruinas cenicientas y mordidas contemplan orgullosas a sus hijos.

El envío se hace por correo electrónico; por tanto se necesita tu email y el de la persona destinataria. Una vez enviado el mensaje, esta página descarta ambos emails y no conserva memoria del envío.

En el mensaje, junto con tu texto y el poema, se envía una referencia a esta página.

Si el envío va bien, recibirás una copia en tu buzón.