Añadir poema
1 Vuelve la noche
Ya las sombras me dicen
que estoy solo.
Pero yo sigo andando
como si aún estuviera
unido a tí en la luz.
Aunque el temor oprime
y el pensamiento enfría el aire
espero que tu voz
-tal vez ahora mismo- lo deshaga
como antes tantas veces.
Y no quiero otra voz,
no deseo descanso, ni otra casa
que este camino de retorno a tí.
2 Bajo hasta el mar
Bajo hasta el mar por donde tú bajabas,
como en aquellos días siguiendo tus caderas
que cantando ondulaban el camino.
Me tumbaré al alcance de las olas
como hacíamos juntos. Sonreías.
Te veía dormir y se volvían uno
tu aliento y el del mar.
Tu me sentías cerca y sin tocarme
extendías la lumbre de mis manos
en el altar de arena de tu vientre.
Pero hoy habré de estar con los ojos cerrados.
El agua, el sol, el aire
no laten hoy con aquella tibieza.
Y la luz ciega ataca
con ráfagas hirientes de sal fría.
Me parece imposible
volver a estar tan solo,
tan preso del recuerdo.
Perdido el pensamiento,
el tiempo y el apego de las cosas,
sin esa claridad que solo tuve
cuando estabas conmigo.
3 Aunque cesan las lágrimas
Aunque cesan las lágrimas,
el origen del llanto permanece
arraigado en el centro,
incorporado al órgano invisible de la vida,
en el lugar exacto
que atravesó el fulgor de tu presencia.
Ahora conozco el peso
de la palabra siempre.
Siempre has estado aquí,
llenando este vacío.
Siempre ya estaré solo.
Siempre incompleto, andando,
opuesto a todo, renunciando a todo,
respondiendo preguntas imposibles
para abrir esa puerta
que has dejado cerrada.
Siempre queriendo recordar promesas
que no se pronunciaron,
besos que no se dieron,
vientre seco,
alimento que no se compartió,
cánticos de alabanza
que eran para cantarlos junto a tí
en la subida al monte
donde nos esperaba
el sol final de la perfecta unión.
4 Hemos perdido la canción
Omitiendo una sola palabra
hemos perdido la canción entera,
descompuesto la música,
desvirtuado la enseñanza
y los niños que ya estaban jugando
han vuelto a casa y lloran
su comida sin sal y sin azúcar.
Vida, danos la gracia de coger por sorpresa
al instante feroz de la mentira,
permite que seamos transparentes de nuevo
y podamos oír, decir y dar lo que no fue tejido,
que no admite razón
y es una llama que nos acompaña
a la salida hacia el espacio abierto.
5 Expulsados
Solo un día estuvimos
cerca de las estrellas,
respirando el espacio.
Nos vimos en lo hondo
y quisimos entonces
guardarlo para siempre,
ser sensatos, pensar en el futuro,
respetarnos, construir.
Oh Vida, dime ahora
¿Por qué volvió a cerrarse el jardín?
¿Por qué el futuro no ha llegado?
¿Cómo supo ocultarse la mentira
para entrar en nosotros?
6 Oración
Gracias, Madre, por todas las mujeres
que me han dejado ver tu corazón.
Guárdalas junto a tí para la dicha
y tú nunca te apartes de mis ojos.
Gracias por la de órbita lejana y paralela,
cuya alma nunca conseguí penetrar,
abandonada a su placer pasivo
en todos los niveles de comunicación,
enseñándome así tantas cosas activas.
Gracias por la que supo
manipular sus proyectos y los míos
y me enseñó a reconocer lo irreal a la primera ojeada.
Gracias por la frágil bailarina
que sintetizaba ansiolíticos
a partir de las abiertas intenciones del amor
y con su mentira redimió mis culpas.
Gracias por la que se convirtió en imagen
sin pasar por la gozosa fase del contacto,
porque me ha permitido conocer un dolor ideal
sin apenas contaminación de esperanza.
Gracias por la dulce y honrada compañera sin tacha,
ofrecida y abierta, sin ataduras y sin velos de creencia,
que me ha mostrado de ella, de mí y de todo
lo único que no digo
porque es secreto íntimo entre tú y yo.
Gracias y perdón
por las mensajeras de una o pocas noches
que has enviado para enseñarme a amar en libertad
y que tan lamentablemente han fracasado.
Solo siento tener que decirte
que no puedo darte las gracias aún por una sola
a la que no soy digno de desabrochar la blusa,
pero que amo y abrazo
en cada pensamiento.
Pues ella es un misterio
que se parece demasiado a tí
y en cierto modo a mí.
Ella es la petición que te presento.
A pesar de mí mismo,
humilde y seria.
7 A mi hermano
El dios de la mentira,
con sonrisa adorable y lógica perfecta,
excava quebradizas galerías
bajo los pies del inocente
para hacerle volver a la ceguera.
Por tanto, tú renuncia
a cualquier apariencia de saber
y ayuda a tus hermanos
en lo que están pidiendo,
en el dolor que sufren,
en lo precario de su confianza.
Tal vez aún no puedes, pero sabes
que este es el camino
que te mantiene cerca de la vida.
Otro conocimiento
útil o inútil, alto o bajo, caro o barato, fácil o difícil
solo será veneno para tí
y extinguirá tu canto.
8 Cómo se hace un poema
La cosa es bien sencilla:
mi voz es solo un eco.
No sé muy bien
en qué nivel del mar tiene su origen.
Como todos los ecos, viene multiplicado y excesivo.
Entonces ebrio, tenso, codicioso,
echo y echo las redes y acumulo.
El resto ya es trabajo de tijeras
sobre el montón de peces que boquean
y sobran, pues no son sino palabras
-conservo estos dos versos últimos como ejemplo-.
Ya veis que soy un pescador salvaje
más que un orfebre licenciado en peces.
He nacido en el límite, el mar me ama,
su ritmo me acompaña a todas partes
y me regala estas curiosas cosas.
Me gustan, porque son tan tiernamente inútiles.
9 Trampas y refugios
Voy a merodear cerca de tus trampas
por si quieres hacer como que me encuentras
y saltar a encerrarme entre tus brazos.
Voy a acercarme a tu universo de jadeos y caricias,
me dejaré caer en el pozo,
deslizaré mi barbilla enervada por los rubios trigales,
me acostaré en las colinas de la ciudad santa,
de tí, mi Jerusalén, mi Medina, mi Roma, mi Hiroshima.
Atravesaré todas tus puertas,
te conoceré enteramente,
pasearé tus calles,
me dormiré en tus sombras,
subiré a las rosadas cumbres de tus montes
a desatar los manantiales.
El agua correrá como leche por tus huertos
para los jazmines y los manzanos.
Barreré tus altivas colinas con mi lengua,
una larga agonía de gozo las limpiará.
En todos tus lugares sagrados sacrificaré
frutas, perfumes, dedos,
canciones susurradas bajo sábanas húmedas.
Buscaré mi dicha en tus laberintos
donde hay aljibes secretos bajo la luna
y enramadas sobre cantos de pájaros.
En tu centro sin fondo,
sin número, ni pensamiento, ni dioses, ni caminos, ni alma, ni cuerpo, ni ciudad, ni sol,
ni nada excepto noche larga y amor,
solo ahí moriré.
Y solo resucitaré cuando tú me lo pidas
para empezar de nuevo.
10 Un hombre religioso
Soy un hombre religioso,
pero mi fe parece tan profunda
que a ninguna creencia se acomoda.
A ninguna esperanza
se someten mis dudas.
Soy la llave del cofre sin cerradura.
Frente al país del alma,
el solitario rey de la frontera.
Tampoco hay que extrañarse.
Desde el primer recuerdo
en mi entorno se desata una tormenta de búsqueda.
No puedo decidirme por lo alcanzable,
lo real me rehuye.
De las diez clases de hombres solo salvaría
a los que prefieren la incertidumbre.
De entre todas las mujeres
solo me interesaron de verdad
fluidas abstracciones
que levitan como jirones de niebla
o me rechazan.
Nada fácil de ver.
Nada concreto que pueda señalar.
Nada sólido.
Algo partido en dos.
Algo indeciso
entre ascenso y caída.
Un alegre silencio que abre el cielo y escapa.
Una canción que rompe el corazón e inicia
una danza de llanto interminable.
11 Palabras de sabiduría
Una vez aceptadas,
las palabras de sabiduría
se resisten con la valentía de un viejo.
No se dejan llevar
a pesar de todos los esfuerzos.
He aprendido con los años
a apartarlas un poco de tí.
Así vacilantes son más bellas.
Se agitan con la brisa del amor
y danzan en tu piel
como la niña que eras antes de conocerte,
felices de presidir nuestra fiesta sin ritos.
Cuando me duermo sobre tus latidos
son gentiles
y se duermen conmigo.
12 Querido Leonardo (Cohen)
Ahora que yaces y te extiendes
y todos los obispos y rabinos y monjes
y las monjas rapadas
te dejan descansar,
ahora que no puedes defenderte,
a título personal te declaro
Maestro Iluminado de la Incertidumbre.
Aunque no de manera definitiva,
pues sé que mereces mejor epitafio;
a alguien se le ocurrirá algo.
Pero ahora ya me he dado cuenta
gracias al Poder de la Atención Serena
de que todas las capas de la cebolla
comunican directamente con la vida
y también entre ellas.
Y sé que, poco a poco,
toda la luz que encierran tus billones de células
subirá por los tallos de la hierba
dispuesta a componer nuevos seres vivientes,
quizá con ganas de cantar de nuevo.
Así que, por favor,
aunque tu perspectiva actual modifique tu visión,
aunque hayas encontrado una repentina claridad,
aunque hayas quedado limpio de dudas,
o aunque mucho te tiente hacer una pasada cerca del Black Label
no vayas a empezar ahora a hacer el fantasma
y no se te ocurra venir a matizar
ni uno solo de tus versos,
y mucho menos a cambiar
una sola nota de una canción,
ni una de las doradas vacilaciones
que has dejado grabadas en mi memoria,
para que no tenga que cambiar mi decisión
y me pueda sentar en tu jardín,
donde vive la mujer de mi vida
con todas las demás
que también sedujiste sin poder evitarlo,
como lo hacías todo.
13 Preguntas privadas al maestro
Querido Viejo Zorro:
Si he comprendido bien,
no sé si estoy a este lado
o al otro.
A este lado
cada cosa es distinta de las otras,
hay madreselvas en el muro
y el dolor me hace sufrir.
Al otro lado
cada cosa es igual a las demás,
hay madreselvas en el muro
y el dolor me hace sufrir.
A mi me da exactamente lo mismo,
porque me encantan las madreselvas
y me parece genial que trepen por el muro
y el sufrimiento es solo una montaña de dolor.
Pero te prometo
que voy a considerar si me importa
que el muro no sea un poco menos alto,
de modo que un conejo
que viene y va
lo pudiera saltar,
suponiendo que olfatease hierba
a este lado o al otro.
Por lo demás
¿Sufre una persona sólida en el proceso
de atravesar el muro?
Y ¿podrías contestar a mi mente confusa
con un sencillo sí
o un sencillo no?
14 Delgado eco
El sonido
de la primera campana
no ha cesado.
Las aves que vigilan sonriendo
desde los campanarios
lo protegen.
Siempre
guardan silencio.
15 La risa del maestro
Cuando llego ante él
el Viejo Zorro está
simplemente sentado
en los arrabales de mi ansiedad.
Me preocupa
esa luz divertida en su mirada
pues no sé si es reflejo
de su confianza en mí
o de la vastedad
de su propia renuncia
a confiar en mí.
Entonces
¿No sacaré de él mi propia fe?
¿Quién sacará de dónde?
parece decir
partiéndose de risa.
16 Sentado
Aquí estoy otra vez
de vuelta del refugio,
saliendo antes que el sol,
dándole a estar sentado.
Tan cerca de lo que importa,
tan lejos de lo que me importa.
Y sin sufrimiento,
pero con tanto dolor.
17 Agradecido a la poesía
Estoy muy agradecido
al desapego formal y normativo
de la poesía actual
que en este momento me permite
decir exactamente lo que pienso
de ese muro cabrón que me sonríe
delante de todo
lo que quiero alcanzar.
18 Buscando lo esencial
Voy a hacer un esfuerzo.
Salir de esta pequeña cama triste
que me agobia con sus reproches
y ya no se ajusta al tamaño
de mi soñado sueño.
En algún sitio
hay una morada final.
Cuando la encuentre
espero ser capaz
de amarla limpiamente.
Entrar sin negociar,
sin enredarme
en los turbios y anodinos detalles.
19 Purificación
En este retiro
de la suprema visión del Buda
a donde vine a vaciarme de todo,
el momento de más profunda fuerza
es el paso de la bandeja de desperdicios
después de las comidas.
Entonces la mirada queda en la mesa inmóvil
como una hoja
y no hay nada más allá del aliento.
20 Agradecimiento filial
Mis hijos agradecen
tener un gato a quien acariciar
y sin deberle nada.
21 No ves bien
Te gustan mis palabras,
pero te gustaría
que las dijera otro.
Te asombran mis poemas,
ves a un poeta en ellos,
pero no ves que los escribes tú.
Querida, ni te ves ni me ves.
No ves bien.
Y yo
voy a lavar mis ojos.
22 No sé si sé contar
Si uno es distinto de dos
y uno no es igual a todos
y todos no son dos
y el espacio entre uno y uno
tiende a infinito
¿Cómo unir dos en uno?
Y ¿Qué puede hacer uno
para -al menos en esto-
asemejarse a todos?
23 Imagen congelada
En aquella mañana
que no termina nunca de pasar
estás de pie queriendo que me mueva
sin entender por qué estoy delante de tí,
aunque ligeramente ladeado.
Por qué no aporto materiales vitales
a tu proceso de autoconstrucción.
Por qué te miro como si esperara ser demolido.
Y, dado que estamos casi desnudos
y acabo de darte un placentero masaje,
por qué no sigo ahora que me tiendes los brazos
desde esta misma orilla.
Por qué no puedo ver
que te has esforzado para cruzar
y ya estás renacida y esperando.
Por qué me paraliza ese pánico
que confundo, gentil y autocompasivo,
del todo equivocado,
con benévolo exceso de respeto,
como si frente a tí solo fuese
un hermano mayor, o como si quisiera
guardarte urgentemente
en el álbum triste de lo imposible.
Aún no conozco bien
las raíces del miedo
que congeló esa imagen
que no pierde color,
impidiendo que venga
lo que deseo.
Ni por qué, contra toda razón
nos seguimos hablando
sin movernos de allí.
24 Voz
Tu voz
no se ha ido.
Enroscada
en mis tobillos
sube despacio.
Han pasado
incontables instantes
de lejanía y amor
y tu voz sigue aquí
subiendo.
25 Mecanismo parlante (plagio de Momo)
Click
Hola, soy Jesusín,
el muñeco poeta.
Click
Te pertenezco.
Por eso te envidian todas.
Click
Quiero más abrazos.
Llévame a tu camita.
Click
Hola...
(bucle infinito hasta agotar las pilas)
26 Hiedra y sol en el muro
Los dedos quieren
abrazar los talones,
subir por los tobillos,
trepar a las caderas tan despacio
como sea posible
para extender el tiempo.
Desnudar los costados,
formar lienzos y copas,
llenarlas de ternura,
trenzarse sobre el cuello,
hacer caminos hasta la cabeza,
círculos diminutos en la raíz del pelo.
Acariciar los párpados
de modo que los ojos solo sientan
placer de estar cerrados.
Los dedos quieren
bajar ahora un poco más aprisa
al latido que crece dulcemente
y quedarse un momento a descansar en él.
Las manos quieren
avanzar extendidas pero también quedarse
en donde ya estuvieron
y le piden ayuda
a todas las regiones de la piel.
El cuerpo quiere
envolver y adentrarse,
conocer lo que es suyo
y ser lo que conoce.
Al alma que es el cuerpo
le basta vivir esto
solamente una vez
y se vuelve a fundir lo que era dos en uno.
27 La distancia final
La distancia que duele.
La voz que se recuerda.
La herida en lo más hondo.
El llanto sin motivo.
La pregunta desnuda.
El desconcierto mudo.
Las imágenes tristes.
El cuerpo que se opone
al ciclo del aliento.
El vacío sin límites.
La mañana sin luz.
La casa hueca.
El lúcido deseo
de no vivir así,
pero ¿de qué otro modo?
¿Aún prefieres fingir
que no has visto ni oido?
Escuchas sin rechazo
el impaciente halago
de la muerte,
que ya no se disfraza.
Dejando entrar apenas
la débil claridad de la memoria
que te dice que ahora
no es el momento de cambiar las cosas.
28 Mesa de juego
Para cruzar el río
pones la vida en él
y al otro lado encuentras
que estás solo.
Tus monedas
han sido despreciadas.
¿Adónde irás ahora?
29 La mentira interior
Quise creer en tí,
pues arrastraba demasiada carga.
¿Quién era este milagro
que me había deshecho en pocos días?
Me vacié cediendo a mi deseo,
oyendo claramente
lo que no habías dicho.
No fue posible
dar vida mucho tiempo a la ficción.
Queda un hueco que duele
en el lugar central
y no quiere recibir nada más
que no seas tú misma.
Ahora, mi costumbre suicida
de quemar toda la ropa vieja
me traiciona otra vez.
Aunque me gustaría
encontrar algo útil
para sobrevivir en este tiempo frío,
desnudo seguiré.
Para darme valor diré que ahora,
al despertar de tí,
camino más ligero.
30 El discípulo
El alma
no puede ver la lógica del fuego
ni sabe si la extingue o purifica.
Hace un camino incierto,
sin meta y sin recursos.
Se rinde a cada paso a la verdad,
aceptando que no controla el juego.
Se aferra a las palabras conocidas
solo por un momento e, inútiles, las suelta.
Se ata a la ilusión
de repetir escenas del pasado
y cada vez más rápido reconoce el error.
Inventa nuevas formas de esperanza
y disfraza con ellas el deseo,
pero el engaño cae al poco tiempo.
Tiene miedo.
En los días más débiles
lo reconoce y llama por su nombre.
Y entonces se da cuenta -en ese grito-
de que una luz más clara le llama en lo profundo,
sin ninguna promesa.
Así se reconoce
y se pone en camino,
siempre por vez primera.
31 Recuerda
No te muevas ahora.
Los caminos,
otra vez circulares,
te encierran
y te alejan de todos.
Recuerda y calla.
Has perdido la fe
pero aún
conservas la memoria.
32 No te escondas
Que hable el dolor.
No podrás disfrazarlo.
Hoy es su tiempo.
33 Tentación
He bajado a la orilla
llamado por tu voz.
El rumor y la espuma
me permiten oir
el silencio del fondo.
Quizá es ahí
donde espera tu abrazo.
34 Madre de la fé
Lo que se encuentra abajo,
cuando ya no se puede descender.
Lo que impulsa a iniciar otro vuelo.
Que tiene que vencer al peso
del fracaso circular de la vida.
Y vence. Estalla. Vive. Recomienza
siendo otro.
Sacando de la angustia y de la asfixia
el ritmo virgen del aliento.
Desvelando colores nunca vistos,
cantando con palabras recién hechas.
Esta luz no visible. Esta madre. Esta nada creadora.
Y yo la amo, estoy unido a ella,
creo en ella también cuando estoy débil.
Incluso en el dolor,
que ella me ayuda a ver sin disfrazarlo,
a sufrir limpiamente, sin medicina alguna.
35 Nana para despertar
Amada, no estés triste.
Es cierto lo que esperas.
Que la luz no se extingue.
Al principio los ojos
no pueden soportarla mucho tiempo
y se cierran.
Nadie puede caminar sin descanso.
Amada, no estoy triste
pues, aunque estás herida
y apenas me recuerdas,
no me alejo de tí
ni un solo instante.
Se agotarán las lágrimas
y buscarás mis ojos
que estoy llenando de tu belleza inmóvil.
Conocerás mis brazos que siempre te protegen.
Y encontrarás mi boca
que te susurra esta canción de cuna
y que quiere aprender ese canto de ángeles que añoras,
para que te despiertes siendo niña otra vez.
36 Hermana mía, no lo llenes todo
Alma, quieres hacerlo sin ayuda.
Quieres ser la semilla, el labrador,
la tierra, el agua, el sol
y hasta el espantapájaros.
No confías en nadie.
¿Por qué quieres hacer lo que no sabes?
¿Cómo quieres vivir donde no hay vida?
Elige con paciencia la semilla,
que en tu interior madura
y es tuya solo para darla.
Haz un hueco en la tierra
que el mismo amor te ha dado.
Nadie puede hacer eso sino tú.
Pero después
deja que sea otro -quizá yo mismo-
quien disponga las lluvias,
quien vigile los fuegos,
hable a las aves y les pida respeto.
Deja que sea otro
-quizá pueda ser yo, porque te amo-
quien calcule el momento de cosechar los frutos
y los tenga dispuestos para quien tú decidas.
37 Que sepamos tu error
Aspiras a ese amor que es una idea
y sobrevive apenas un instante
mientras solo una parte de tu ropa
se deshace en la hoguera.
Así podrás de nuevo acercarte a las tiendas
y añadir un color a tu disfraz.
Pero temes aún el resplandor
que te deja desnudo.
No soportas pensar en esa forma
de morir desangrado y suplicando
que es vivir en el mundo que conoces.
Y no puedes bailar abandonado al gozo
de la sencilla luz de la mañana,
en soledad, como la luz te espera.
Baja al hondo lugar vacío, oscuro y fresco,
para que puedas verte
y no te quede miedo ni sospecha.
Que sea tu canción como tus huesos,
que tu poema nos diga cómo eres,
y no quieras vendernos tus cenizas.
38 Piedad
He dicho: mis contornos se llenan de tibieza
y la alegría nace de mi centro.
Nadie me ha contestado.
He cantado: agradezco la luz
y descanso a la sombra de árboles maestros.
La soledad ha vuelto sobre mí.
He llorado: perdóname, acompáñame,
devuélveme la fe.
Ha crecido el silencio alrededor.
He gritado a la noche: no me escondas tu luz.
Y la noche me mira como a un hijo
que ha bajado desnudo de la cruz.
Me lava las heridas, me canta con dulzura.
39 Muerte: la que da vida
Escucha la verdad que declara el silencio
detrás del canto del arroyo claro,
en el primer sabor de las fresas de junio,
en el valle de calma entre dos olas.
Aléjate sin prisa. No traces tu camino.
Deja caer la dudas y certezas. Debes llegar vacío.
Cada paso te acerca al bosque oscuro
donde te está esperando.
Ella es fuerte y fragante, alegre y tierna
y su aliento de sal es lo que necesitas.
En ella están y viven los seres que has amado
y entrarás en su danza a completar el círculo.
No mires lo que queda
de las variadas formas del anhelo.
Cuando todo se apaga, lo que queda eres tú
y en ella te disuelves.
40 Transparencia
No te engañes ya más, no nos alejes,
déjanos ver el dolor que te detiene.
No sabemos aún si te queremos.
Si no te dejas ver, no lo sabremos nunca.
41 Piedra inútil (recordemos los salmos)
Todo es inútil
y la vida estéril
si una lluvia divina
no transforma la piedra
en corazón humano.
42 Corazón cautivo
Por lo común
el corazón del hombre es denso como el plomo
y por eso desea
alcanzar la morada de las águilas
y en su lucha impotente se pervierte
construyendo burdeles, oficinas, catedrales de fuego.
Yo sin embargo soy incapaz de eso.
Tengo al enemigo
encerrado en mi jaula de palabras.
A él le gusta cantar, desde el primer aliento
y lo alimento con cualquier poema que me sobra,
con fugaces visiones,
mentiras o verdades que imagino.
Así lo tengo activo y no hace daño.
43 Corazón libre
De tarde en tarde,
en mi portal las brujas deliberan
cómo hacerme perder la confianza,
cómo cerrar la puerta de los montes
y obligarme a buscar seguridad
en sus sucios asuntos comerciales.
Traen su munición de palabras pesadas
para atacar mi risa,
mis ventanas abiertas.
Desean fieramente convencerme
de que mi corazón es como una mascota,
venderme sus juguetes y jaulas para él.
No me quieren creer cuando les digo
que ya no tengo el corazón aquí,
pues entendí su cualidad salvaje,
le dí la libertad y se marchó.
No quiero que se oculte
en esperanzas ocres y marchitas.
Andará por ahí
cantando sus canciones partisanas,
sus salmos de alabanza,
susurrando palabras inventadas
al oído de alguna compañera.
A mí me gusta así
y lo sigo queriendo como a un hijo
y sabe que su cuarto vacío sigue limpio.
44 No, doctor
Si tengo que morir
-hay consenso en que sí-
quiero morirme vivo.
Por tanto no, doctor, no vamos
a ocupar una cama, ni queremos
desconectar con drogas mis sentidos.
Voy a morir en brazos de la vida,
con el dolor que sea necesario
mientras lo pueda soportar
y hoy puedo.
Quiero a mi compañera junto a mí.
Será su mano,
que me conoce bien,
lo último que suelte
cuando emprenda mi vuelo
con las otras semillas
al mismo sol que la envió a quererme.
Quiero hacer este gesto para ella.
Esa será mi última palabra.
45 Enola Gay
Es herencia de mi generación
el final del propósito del tiempo.
Casi en el mismo instante agonizaron inservibles,
memoria, entendimiento y voluntad,
la envoltura exterior del alma,
que permitía vivir a la manera humana.
A pesar de las opiniones correctas
Hitler y su familia -somos todos-
hicieron su trabajo muy bien,
al destruir definitivamente
la fe del hombre en la humanidad
y en cualquier otro objeto del lenguaje.
Su enemigo simétrico remató la faena
poniendo en su lugar -el lugar de la fe,
que está en el centro mismo de la vida-
un pánico imborrable.
He aquí la razón del éxito infinito
de las pelis de zombies,
que son nuestro retrato social más acertado.
También es la razón de la dificultad terrible
de educar a los hijos.
Desde entonces educar es mentir.
Ahora podemos comprender a nuestros padres, que lo vivieron.
Cómo cerraron los ojos a estas cosas
e inventaron historias que contarnos.
Aún así, se salvaron algunos
sorteando con indiferencia de piloto
la correcta política.
Muy pocos son inmunes, pero cantan muy hondo
y su voz no descansa,
como un hilo de oro
tendido entre los cielos y el barro de la ciénaga.
Hablan claro, respetan
el antiguo lenguaje del corazón del mundo
y sus palabras salen directas de sus hechos.
Como no mienten, el mundo finge que no se les entiende.
Lo que en la tele y en las redes veas de ellos
no es la verdad completa
y tendrás que acercarte mucho para saberlo.
No puedes encontrarlos en los libros,
sino en las cercanías del dolor y la muerte
enseñándome a mí, por ejemplo, a desprenderme
de mis altas murallas y de mi indiferencia.
Llevando a sus parientes y vecinos
al otro lado de la valla.
Recogiendo a los agonizantes en la calle
para ofrecerles una muerte humana.
Rechazando la compra del tiempo de sus hijos,
rechazando las ofertas por su precioso corazón,
rechazando las salmodias podridas de los templos,
rechazando los elogios
y aceptando la luz y el alimento
en la libertad de su alma.
Rescatando a los niños
y a todo ser humillado,
pero primero a los niños.
Unos están organizados a manera de coros,
otros desde los montes hacen sonar su voz solitaria,
los más viven calladamente a tu lado
y no los oyes, pero si no estuvieran
se cerraría el cielo.
Y todos estos cantan la verdad
redimiendo su voz y la de todos,
que estaba condenada.
46 La madre se me acerca
La madre se me acerca
o yo me acerco a ella.
Su suave calidez
quiere unirse a mi piel recién nacida.
No hay gestos, ni palabras,
pensamientos, acciones o experiencias,
sino un inmenso anhelo
de que nadie esté fuera de este abrazo.
De estar fundido en ella,
de estar unido en mí.
47 Morir
Morir no es otra cosa:
Desatar las raíces que me unen
al ser de sangre, ideas y emociones
que me ha dado sus fuerzas y quiere descansar.
Lo veo ya, lo amo y le doy gracias .
se unirá con el aire en libertad, tranquilo.
Se dejará llenar de la luz de otra vida
que también será Yo.
48 La nostalgia
Esta aguda nostalgia que es anhelo,
desconcierto de no encontrar presente
entre el tiempo perdido y el soñado.
Un vacío indeciso en mi centro recuerda
y resuelve el misterio de vida
y no vida y comprende
cómo hacer el camino de regreso.
Pero no puede
elevar una sola palabra que lo diga.
Apenas la memoria
de la memoria de una música
flota en las venas y lo llena todo
con su veneno ingrávido.
49 Hacer una sonrisa
Para lograr una buena sonrisa
los estudios son largos.
Hay que practicar mucho.
Pero no son difíciles.
Hay que llorar.
Llorar todas las lágrimas.
No para echarlas, sino para verlas
y poderlas amar como hijas de tu vida.
Solo este amor agrada a la sonrisa.
50 Soy reciclable
Estoy contento, cumplo los estándares
y normas del espíritu.
Me lo ha dicho el espejo.
Todos mis materiales son reutilizables.
Las distintas sustancias químicas,
los soportes sutiles,
todas las ilusiones,
sentimientos, ideas y emociones,
incluida esta torpe premonición de amor
que me arrastra y confunde.
No habrá nada que sobre,
todo quedará limpio.
Así que cuanto antes,
libre ya de esa carga de sospecha,
pongo todo a la puerta
y podéis acercaros a coger lo que queda.
51 En el mismo camino
La promesa era cierta
y se ha cumplido.
Sin embargo,
aquí estás otra vez,
más sólido y ligero,
en el mismo camino
que sabes que no existe.
Con la mirada clara
puesta en el aire
que contiene todo.
Con tu ilimitada alegría,
con tu insoportable tristeza.
Con el alma cortada
por la verdad sencilla
de que estás vivo
y todo vive en tí.
Abriendo cada día
la primera puerta.
Entrando cada día
a distintos espacios.
Aceptando que todos
se te acerquen,
te vean y te toquen,
para ensanchar un poco más
el corazón y así
permitir que se cumpla
otra vez la promesa.
52 No soy un buda
No soy un buda.
No soy casi un buda.
No soy un maestro.
No soy un iluminado.
No soy un santo.
No soy un discípulo.
Soy apenas un hombre,
un saquito de huesos y palabras,
un hombre de mentira.
Solo quisiera ser de verdad.
No voy a ningún sitio.
Solo quisiera estar aquí
y que allí fuera aquí.
Y si vieras en mí
otra cosa distinta,
échale encima el agua
que te sobra,
ahoga esas imágenes
y descansemos.
53 Esta noche me falta confianza
Pasará este momento
y no podré decir esas palabras.
No podré ni moverme.
Esta noche me falta confianza
y ya no sé muy bien cómo llegaré al alba,
si seguirás allí jugando con las olas,
si llegarás a verme y me abrirás los brazos
o si estoy vivo aún y todo ha sido un sueño.
54 Cañas tumbadas
Cañas tumbadas por la lluvia
en el agua rojiza de los charcos.
En la mañana pálida
el sol caído al suelo
busca refugio entre las hojas secas.
Esta delgada luz
apenas se desliza por la piel de las cosas,
igual que el débil eco de mi pulso
se refleja en tu ausencia.
55 El señor de los campos
El señor de los campos
camina de tal modo
que el sonido de sus pies en la tierra
no levanta a los pájaros,
pues los campos
se resumen en él y lo acompañan,
lo abrazan, lo reciben y lo envían
y respiran su aliento.
Sus pasos
dan ritmo y voz al canto de la vida
completando la melodía del agua
para el oído de todo el que le sigue.
Yo voy detrás de él,
poniendo su silencio en mis palabras
y disfruto de andar
muy cerca de los seres que lo aman
y han quedado tan llenos de su luz
que a mí mismo me incluyen.
56 El cormorán
El cormorán oscuro, rio arriba,
entre las frondas de una y otra orilla,
con tres serios impulsos alza el vuelo y escapa
del ruido de mis pasos.
En nada se distingue su pánico del mío,
pues he llegado a andar este camino
huyendo de tu amor y tu palabra.
57 La paciencia
Lo reconozco, Madre.
Me has acercado
a tus mejores hijas.
Y solo ahora
que ya ninguna está,
te veo en ellas.
Otra vez te doy gracias.
Ahora llega esta que es como yo,
familia de mi alma,
que la entiendo tan bien,
que la conozco
aún sin saber su historia.
Está presente en mí,
no encuentra resistencia
de ideas, emociones o prejuicios.
Ella extiende su aura de sencillez prudente,
serena, hermosa, semejante a tí,
escogida, vestida y señalada por tí,
con tus estrellas sobre su cabeza
y lleva en la mirada, detrás de la sonrisa,
tantos cauces abiertos por las lágrimas
por los que ahora fluye compasión.
Todo en ella me ayuda,
sin hablar ni saber,
a devolver las armas.
Siempre me has dado todo
y con ella me has pedido que espere.
Confío en tí y en ella
pero aún no en mí.
Haré lo que deseas.
Esperaré
sin saber tus proyectos,
pues no me siento solo,
ya sé que existe y, aun lejos,
ya la tengo ante mí.
Acepto esta alegría que no entiendo,
esta herida de luz,
esta vida desnuda sin defensas.
58 Súplica del amado
Ven, llámame otra vez,
estoy despierto,
desvelado esperando,
acechando en la noche,
sentado en el invierno.
Envuelve con tu abrazo
este cuerpo incompleto.
Extiende con tu mano
la piel hasta los soles,
hasta tu azul el pecho.
Fecunda con tu vida
el vacío del centro.
Úneme a tí. Ahora
siento que estoy dispuesto.
59 Adviento
¿Cómo será este abrazo cuando al fin pueda dártelo?
¿Cómo se atreverá el anhelo?
¿Cómo lo contendrá el respeto?
¿Será el amor tan ancho como lo sueño?
¿Podré dejar que ocurra lo que presiento?
¿Habrá un ángel allí para quitarme el miedo?
60 Para bien morir
Ya ves con claridad.
Ahora mira el invierno.
No es el árbol
quien desnuda sus ramas.
No decide,
no cambia,
nada abandona.
El no escribe la ley,
tampoco tú.
Descansa en tus raíces.
Deja que entre la vida
como quiera.
Ella misma,
con su fuerza infinita,
desplazará lo viejo
y caerán las hojas sin esfuerzo.
Se cubrirá el jardín de su diseño.
Parecerá casual, como todo lo fácil.
Ya que estás vivo, vive.
Ahora es el invierno.
El árbol no se oculta.
Ni lucha ni se rinde.
Tú sigue con tus cosas,
habla con los amigos,
abona las macetas,
cambia esas tejas,
haz una buena cena,
escríbele a tu chica,
acaba este poema.
61 Descanso en tu recuerdo
Descanso en el espacio
profundo del recuerdo,
donde no llega el ruido
y guardo allí dormida
la desazón del alma
que conoce y no entiende
este aroma de amor.
62 Apartas los velos
Sin palabras sagradas,
sin complejos rituales,
sin que suenen campanas,
sin hacer, sin pensar,
solo porque eres tú y me ves con tus ojos,
los velos que me ahogan se separan
y puedo estar al fin donde quería,
aquí,
y compartir el gozo y el dolor.
63 La niña del jardín
Me esperabas inmóvil en el centro
del jardín, bajo la luna llena.
Allí reinabas.
Cantabas tu llamada luminosa
con la mirada puesta en cada paso
que yo daba hacia tí.
Eras tú quien hacía visible mi camino.
Cuando llegué ante tí
ya no pude mirar ni escuchar otra cosa.
Te entregué mi pequeña mochila,
mis juguetes de adulto,
y mi razón quedó también allí.
Como aún no podía entender tu silencio,
me lo hiciste palabra.
Todo mi tiempo me costó escucharla
y fundirme al vacío de tu ser.
Ahora estás presente.
Tu semilla ha crecido.
Se enredó en mis tobillos esa noche
y produjo la noche de mis días
para dejar caer toda la carga inútil.
Esta oscuridad viva
ya está desnuda y gime de alegría.
Y ya estamos los dos
desnudos en el alma
dando este primer paso.
64 Voy al encuentro
Abandonada la seguridad,
solo en la confianza doy este paso.
Todo se queda atrás.
Todo brilla ante mí.
65 Para andar contigo
La mañana que canta,
el aire que se mueve entre los dedos,
la caricia del sol,
el nítido horizonte,
el contacto radiante
de todo el universo que me abraza
me han traído hasta aquí
y me han lavado para andar contigo.
66 Lo que no está
Lo que no está en tu grito.
Algo falta en mi modo de escucharte.
No me llega el dolor.
Solo la ira.
67 Entrarás desarmado
Entrarás desarmado.
No habrá nada en tus manos.
No tendrás herramientas ni dinero.
No tendrás ni el recuerdo de tu casa.
Habrá luz en tus ojos
pero no será tuya.
Y habrá espacio en tu abrazo
para cualquier dolor.
68 Cuando te necesite
Cuando me falte el aire
¿podré acordarme
de lo que necesitas?
Cuando me duela todo
¿recordaré lo que te hacer sufrir?
Y tú ¿podrás amarme
cuando te necesite,
cuando lo haga al revés,
cuando llegue llorando de la calle,
como el niño
que ha perdido el dinero de la compra
y no trae las cosas que querías?
¿Estaremos despiertos
siempre como ahora mismo,
cuando se multiplica la alegría
por vernos, recordarnos, esperarnos
y vivo en el milagro de que vives?
69 Infierno y paraíso
El paraíso no tiene fronteras,
pero es fácil salir.
Solo se necesita una pregunta
y ya estás de inmediato
en la infinita desolación de afuera,
donde sopla el anhelo.
Pero no estás perdido.
El infierno está lleno de puertas de salida,
cada una en un ser cuyo dolor te llama
y solo hay que acudir en compasión y ayuda
para volver a casa y descansar
un instante otra vez.
70 El pescador de perlas
Pocas veces
puedo llegar al fondo
y recoger mi perla.
Casi siempre
el brillo de los bancos de peces me cautiva
y me quedo en su danza
con las manos abiertas
hasta que ya no hay aire
y he de subir al sol a respirar.
71 Desconfío del tiempo
Desconfío del tiempo.
Cuando el tiempo me apremie
esperaré.
Cuando me sobre tiempo
trabajaré ligero.
72 No recorro un camino
No recorro un camino.
No veo encrucijadas.
Lo que amo no está lejos.
Todo lo que era mío
está ya repartido.
Por tanto, estoy entero.
Nada busco
y tú ya estás conmigo.
73 Desde que te conozco
Desde que te conozco
siento tan cerca el corazón del mundo
que ya no sé muy bien
distinguirlo del mío.
Desde que hablo contigo
sustento las palabras en los hechos vivientes
y no vivo en un mundo de palabras.
Desde que estás ahí
no sé medir la distancia muy bien,
pues siempre estoy contigo,
pues siempre hablo de tí,
pues siempre estoy amando.
74 Nos acompañan
Habitan en el aire,
entre tú y yo se mueven delicados,
apenas distinguibles.
Actúan desvelando
recuerdos verdaderos de cuando no existíamos.
Somos parte de ellos, sus amigos, hermanos, aliados.
Están aquí para que consigamos
destapar esa luz que nos unía.
Son testigos de todo lo que hacemos
pero no nos vigilan ni nos juzgan
y tejen nuestros actos, que parecían grises,
en el vasto y espléndido tapiz de la existencia.
Apenas los sentimos un momento,
los oímos pasar, nos embriaga su aroma,
nos dejan una escena, una promesa, un toque,
confianza
que nunca modifica el curso de la vida,
pero nos da el sentido
de lo que ya está hecho.
75 Estoy cerca de tí
Estoy cerca de tí.
En el mismo universo.
En tu mundo, en tu tiempo.
En la misma frontera imaginaria
que nos enseña a ver la realidad.
En el mismo anhelo.
En la misma certeza,
con parecidas dudas.
Respirando contigo.
En el mismo, en el único amor.
Con los mismos hermanos unidos
por el mismo dolor.
En la misma alegría de vivir
que ya no se contiene
y va reconstruyendo la sonrisa.
76 Renuncio
Renuncio a estar oculto y protegido.
Renuncio a vivir solo.
Renuncio a apoyarme en los otros.
Renuncio a los proyectos conocidos.
Renuncio a perseguir seguridad.
Renuncio a toda magia para prolongar mi vida.
Renuncio al descanso y a la paz
mientras haya en el mundo alguien en lucha.
Renuncio a decir Mío
mientras una persona pase hambre.
Renuncio al reino de los cielos
mientras no estén vacíos los infiernos.
Renuncio a que me beses
mientras no seas libre
-y solo tú conoces tu libertad-.
Renuncio a todo amor
que no esté hecho de atención.
Renuncio a todo, pero no al Gran Amor, el único.
No renuncio a la fe, la alegría y la esperanza,
no al juego, al canto, al baile y al contacto,
a la palabra limpia,
a la presencia amiga
que necesito tanto como tú
y que recibo al dar.
77 Te acercas
En la línea del alba,
el roce de tu boca
me despierta en silencio,
como el aire movido
por la hoja que cae.
Y sé que no es un sueño,
sino tú que te acercas
venciendo la distancia
y respiras conmigo.
Mi piel extiende un aura
de pura entrega, abierta,
sin presión ni contacto
y se funde en la tuya
y entre tú y yo no hay nada.
Pues has venido a verme
sin cuerpo ni palabras,
en figura de luz,
siendo pura presencia.
78 La primera rosa
Dijo que ya era tuya
y no quise cortarla.
79 Biografía de un pequeño loco
Hice las mismas cosas
que hace la gente.
Olvidé la mirada de la madre.
Quise llegar a donde no podía.
Tuve hijos sin saber.
Me aferré a lo lejano.
Disfruté las ideas.
Trabajé para llegar a ellas
y no estaban allí.
Sufrí. Causé dolor. Mentí.
Preferí y escogí.
Compré y vendí palabras.
Me aferré con gran fuerza
a ilusiones doradas
que se desvanecieron
dejándome vacío.
Vacío estaba. Entonces
hubo un toque de vértigo.
El tiempo justo
de despertar, un parpadeo.
Pero solo era asombro.
Luego todo se hizo transparente
y ya no vivo solo.
Junto a mí, muy adentro, sin distancia,
sin que pueda explicarlo,
viven todos conmigo
y ya no es necesario saber nada.
Hoy es hoy. Agradezco
que hayan muerto la meta y el camino.
80 Proyectos necesarios
Te asusta hacer proyectos.
Querrías aceptar mansamente la vida
y de nuevo entra en tí la tentación
de reforzar la imagen que tienes de tí mismo,
como si hubieras alcanzado ya
un estado inmutable.
Piensas así:
Cualquier proyecto es un aplazamiento.
Incluye una carencia imaginaria,
su negación futura
y el proceso ingenioso de rodar hacia ella
hasta encontrar que solo era ilusión.
Pero quizá ves algo
que deseas cambiar.
Cámbialo.
Eso es algo que ayuda
a quien quiere rodar y desprenderse
de lo que va sobrando.
Nada aumenta,
pero te va dejando sin apoyos
y te enseña a volar
-aunque no quieres-
hacia el lugar sin nombre,
al amor sin objeto,
a la noche sin luna,
al trabajo sin meta,
a despertar.
Contempla la frontera en que te sientas.
Las dos luces que luchan por alumbrar tu vida.
El gozo al que te aferras.
El dolor que no aceptas.
Despierta, no cultives
la imagen del despierto.
¿Hay algo que cambiar?
81 Algo absurdo
Piensa en algo
que sea tan absurdo
como hablar del silencio.
82 Olvidando mi nombre
Madre de la mañana,
soy un niño a tu lado.
No soltaré tus manos.
Cubre de tí mis días
que tiemblan en el límite
y acompáñame siempre.
Reúne a los que amo
y llévame con ellos
a tu casa sin muros.
Desenreda mi tiempo,
acaricia mi niebla,
desnúdame de anhelos.
Sembraré con tus manos
lo que no necesito.
Cantaré con tu voz
el gozo que transforma.
Y podré descansar
vacío en tu regazo,
olvidando mi nombre,
aprendiendo los tuyos.
83 Abertura
Al principio
me pareció una mala herida,
pues los labios de carne
sangraban sin curarse.
Luego se fue ensanchando
y poco a poco dejó pasar la luz.
Entonces empezó a parecer
más bien una ventana.
A través de su espacio pude veros.
Pero sigue creciendo
y ahora ya no sé qué nombre darle.
Aunque duele,
es más yo que yo mismo
y todo el mundo quiere entrar ahí.
84 Ceder
Se hace caricia el aire que te empuja
cuando aceptas su soplo.
Eres agua en el río
y alcanzas fácilmente tu destino.
Al caminar no dañas el suelo con tus pasos
y cedes a la tierra que presiona tus pies,
arraigas en la luz de cada instante.
Hablas con quien te habla
de lo que quiere hablar.
Entran risas y llantos.
Salen risas y penas
envueltas en la misma aceptación.
No opones resistencia
a la carga de dulzura o violencia
que traen las palabras.
Dejas entrar la voz sin contenerla,
apreciando la vida que se acerca
y solo esperas no verte alejado
de esta escuela de amor.
85 Sin referencias
Estás aquí
donde esperaba encontrar la soledad final
y a nada te pareces.
Querría poder explicarlo
o al menos compararte con las otras,
situarte en la secuencia de mis amores,
conocer la razón de que aparezcas hoy
reduciendo a presente la historia.
Ahora que mi tiempo se termina
y cae sobre mí la lluvia fina
de la verdad desnuda.
En cambio estoy inmóvil,
sin mapa, referencias ni recursos,
quemándome en tu luz,
de pie a la distancia justa
de no intervención,
pero atento y dispuesto para el salto.
Con esta sonrisa interior
pero latiendo como un mar de naufragio.
Con todo conocido
menos tú.
Sin ninguna pregunta
excepto las que traes.
Me gustaría saber quién soy fuera de tí,
dentro del hombre viejo,
quién eres tú en mi origen,
ver tu historia completa,
entender las razones,
cómo será posible
la vida que sin saber me ofreces,
por qué habitas, expandes y disuelves
esta frontera que hasta ayer era mía,
donde estaba a punto de cavar
mi última madriguera.
86 Transfiguración
Solo estaba buscando
mi verdadero gesto.
Solo estaba frotando el espejo
para lavar la imagen.
Esperaba encontrar algo debajo.
Una sonrisa libre de vergüenza.
Ya está hecho el trabajo.
Detrás de la delgadas películas de vidrio
no apareció la imagen que esperaba.
Ahora en lugar de imágenes
estás presente tú,
con la mirada derramando luz,
mostrando que no sé cómo vivir.
Así que se disipa un largo rastro
de equivocada renuncia
gracias al viento suave de tu voz,
porque vienen los días
de aprender la canción,
los días libres de pecado y recelo,
el desconcierto alegre del amor.
87 Mapa de los caminos a tu casa
Algunas puertas están abiertas,
otras están cerradas,
otras entreabiertas.
Tu sonrisa las ilumina todas.
Así no insistiré golpeando lo rígido,
pero no dejaré de acariciarlo.
Susurraré canciones a las dudas y miedos,
no esperaré respuesta.
Entraré y saldré libremente
por todo espacio abierto,
porque quiero disfrutar tu gozo,
afianzar tu esperanza
y aprender el amor
en todos tus misterios de dolor.
Y será mi camino
todo lo que tú abres para mí.
88 Estrella de la mañana
El azul desmentía
la eternidad del duelo.
La noche contenía
Una gran luz.
Las hojas de la hierba
crecían presintiendo.
Se extendía el silencio
en la quietud sin luna.
Todo estaba dispuesto,
el vaso ya vacío,
soñado todo sueño,
nada por terminar.
La alegría, el latido,
el cántico, la vida,
todo estaba despierto
con los ojos cerrados,
sin saber, esperándote.
89 Al que llora
Voy a dejarte libre del saber que te oprime,
voy a dejar a un lado la razón y el control
y de momento solo respetaré estas lágrimas.
No sé muy bien quién llora.
Podría ser el niño
que sobrevive oculto y temeroso,
que no puede crecer.
Podría ser mi propia
desesperada frustración por tí,
a quien no puedo redimir ni consolar,
ni siquiera encontrar,
aunque no hay otra meta desde que oí tu angustia.
Abriré las puertas
de tu prisión oscura
y llegaré hasta tí,
sabré quién eres
y quedaremos libres.
90 Sé lo que necesito
Nada espero del alba.
Sé lo que necesito.
El campo sin caminos,
mi ropa sin bolsillos,
los pájaros que cruzan.
Nada puede la noche.
Sé lo que necesito.
Sentarme en el silencio,
dormir bajo las ramas,
compartir la comida.
Nada tienen los hombres.
Sé lo que necesito.
Solo la flor pequeña,
la canción del cariño,
el olor de la lluvia.
Nada saben los dioses.
Pero la vida sabe
lo que yo necesito.
91 Bajo el árbol
Descanso bajo el árbol que sostiene la vida,
para seguir el cántico del aire entre las hojas.
Tan extendido y vivo
que ya no tengo peso en la memoria
y ni siquiera nombre.
Los seres me iluminan
y los nombres se esconden.
El universo entero es feliz recibiéndome.
Mis hermanos se acercan para reír conmigo.
Todo entra, todo sale,
Nada falta ni sobra.
92 No en vano
Aun insensata y torpe,
no fue en vano la entrega.
Aunque duele perder,
lo que he perdido ensancha mi camino
y me aligera.
Crecen los que me aman
y se llevan la carga
aunque los pies aún aman la tierra.
Tal vez al alba
vendrá el viento a llevarme,
la luz del sol
a despejar las nubes.
93 Tu libertad
Cada mañana
me daba un baño perfumado de palabras.
Rezaba por tu libertad
y me sentía bien.
Justificado, generoso y bello.
Así mentía el corazón mezquino,
ocultando el deseo en velos de respeto,
sin conocer su propio temor a tu rechazo.
Ahora que te apartas unos pasos
veo la altura de tu libertad,
que nunca necesitó oraciones
y por fin puedo amarte como eres.
94 ¿Es libertad?
¿Es libertad si crees que debes defenderla,
que podrías perderla?
Si te da miedo que alguien te la quite,
la libertad es algo que posees.
Pero lo que posees te esclaviza.
Entonces ¿eres libre?
95 Amo
Amo algo que llevas en el pecho.
Algo que no puedo coger,
pero que no se oculta.
La mirada que nadie te ha enseñado,
el ritmo de tus pasos,
tu voz y tu silencio,
tu sonrisa y tu llanto.
Amo saber que existen.
96 Muerte: la paciente
Como un premio a mi vida
de espléndidos errores.
Es ella, la paciente,
para quien nunca es demasiado tarde.
Lleva en sus manos mi descanso
y me espera radiante
en la próxima curva.
97 Recogido en la playa
Abre la mano, acepta
esto que es como tú
y como tú ha venido
con las olas,
en murmullos de espuma.
Esta concha pequeña,
este blanco registro de la vida,
recuerdo de un destello
que te ofrezco con un ligero roce de las manos,
antes de deshacerme
en la tarde serena que iluminas.
98 Sobrevolar los límites
Parece que es tan tarde y ya
debería conocerte,
haber trazado un plan,
tener contados los pasos,
una idea del tiempo.
Pero no me esconderé en lo conocido.
No voy a manipular el futuro
ni me entregaré a las preguntas.
Bailaré en el alambre sin mirar el suelo.
Tomaré mi fuerza de lo alto
y sabrás que este hombre
ha tirado las redes y las armas
y extiende su mano sin proyectos
porque no teme tu libertad.
99 No sé
No sé cuánto tiempo durará.
No lo contaré en años,
ni en deseos cumplidos,
ni en hijos,
ni en fracasos,
ni en lugares.
No sé si alguna vez se extinguirá
esta primera campanada
cuyo eco no ha comenzado aún
y está sembrando en mí
algo que no conozco.
100 La brisa
Una brisa tranquila,
poderosa y constante
deshace los castillos
que levanto en la playa.
El agua vuelve al agua
y la arena a las dunas.
Yo me quedo mirando
cómo cambian las formas.
101 Despertar en tu voz
La sencilla alegría de tu voz
me guía al otro lado,
me saca del ensueño en que confundo
ilusiones, anhelos y recuerdos
con la vida real.
102 Pagar deudas de amor
Ya no queda otra cosa.
Pagar con gratitud
tantas deudas de amor.
Acompañar, unirme.
Ayudar, abrir puertas
que se quieren abrir.
Pues lo que queda es vuestro
y con vosotros voy
en la estela de luz
de la esperanza.
103 Izar
Tus ojos desde siempre han brillado en el cielo.
Desde siempre en el templo resuena tu voz clara.
Tú sabías muy bien desde el origen
cómo llamarme, cómo despertarme.
Nunca hubo distancia entre nosotros.
Muy bien te conocía.
Todos mis protectores antes que yo te amaban
y me hablaban de tí,
para quien es la casa abierta que construyo
con las piedras lavadas de mis ruinas.
Izar, ya no te veo, pero veo desde tí
Tu mirada en mis ojos se hace mía
y regresa a los seres familiares.
Este corazón viejo tuyo y mío
que por fin se completa y se arranca a cantar
saca la vida de donde la escondía
y rebosa palabras de consuelo.
Unas manos como estas que se unen
y al fin se reconocen
han encontrado fuerza y ternura en un instante.
No buscan ya una en otra descanso.
Saben que es imposible morir y separarse.
Y abrazan toda vida doliente que se acerca.
104 La voz de la montaña
La voz de la montaña
ha encontrado tu silencio escondido
y despierta recuerdos.
El hielo desprende grandes rocas,
el agua te convierte en tierra fértil,
el viento extiende anuncios
de vida y muerte hasta los horizontes.
El sol acaricia tus colinas.
La voz de la montaña
ha encontrado y unido tus fragmentos dispersos
y ha sembrado un alegre tumulto
en el espacio ancho de los valles.
Un eco que no muere,
una línea central de luz que te aligera
y con ternura te atraviesa.
105 Recordar tanta vida
Tantas veces morir y nacer y encontrarse.
Tantas veces volver a conocer tus manos.
El camino, el trabajo, tanta búsqueda,
tanto dolor fecundo y compartido.
Tantos errores, tanta obcecada violencia, tanto miedo.
Dejarlo caer todo tantas veces.
Crear la soledad en torno a mí, alejarme
y después
recobrar la confianza junto a tí.
Tantos amados rostros,
tantos cielos distintos brillan hoy en tus ojos.
Una misma sonrisa.
Un solo Ser.