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127 Bajo hasta el mar
Bajo hasta el mar por donde tú bajabas, como en aquellos días siguiendo tus caderas que cantando ondulaban el camino. Me tumbaré al alcance de las pequeñas olas como hacíamos juntos. Sonreías. Te veía dormir y se volvían uno tu aliento y el del mar. Tu me sentías cerca y sin tocarme extendías la lumbre de mis manos en el altar de arena de tu vientre. Pero hoy habré de estar con los ojos cerrados. El agua, el sol, el aire no laten hoy con aquella tibieza. Y la luz turbia ataca con ráfagas hirientes de sal fría. Me parece imposible volver a estar tan solo, tan preso del recuerdo. Perdido el pensamiento, el tiempo y el apego de las cosas, sin esa claridad que solo tuve cuando estabas conmigo.