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"El hombre"

Hace muchos días que no veo a nadie. Es un alivio después de tanto miedo. Puedo seguir aquí, razonablemente seguro. Toda la ciudad es mía. Se podría decir que soy un rey. El último rey de esta ciudad. Y no hay nadie que pueda complicarme la vida. 

No lo he hecho nada mal. He sobrevivido. Primero a la repentina destrucción. Luego, al caos de los primeros días. Después, a los merodeadores del bosque, los lobos que bajaban a cazarnos. Por fin, a la soledad y la locura que la acompaña. Aprendí a esconderme y esperar con paciencia las oportunidades. Los lobos se han cansado de buscar. Ya no vienen. Solo de vez en cuando los oigo cantar, muy lejos. Algo tendrán que ver los grandes tigres. 

Soy como una serpiente. He aprendido a permanecer inmóvil y silencioso, invisible en las sombras donde nadie buscaría comida. Pero hay comida en casi cualquier sitio, si tienes paciencia para buscarla y esperarla. Hierbas, raíces enterradas, agua entre las piedras, flores. Ratas, gusanos, insectos que se arrastran. Intento sobrevivir solo con estas cosas, pero de vez en cuando me atrevo a salir de las sombras y me adentro un poco en el bosque, para buscar un cambio en el menú. También para tantear las posibilidades de marchar un día de esta zona y buscar otras personas, para volver a ser una persona, y esto me provoca tanto miedo como excitación.

Sin embargo, cada día que pasa dudo más de que ahí fuera pueda esperarme algo parecido a la antigua vida. De todos los que se fueron, nadie ha vuelto. Antes observaba el cielo buscando las estelas blancas de los aviones, pero nunca volvieron. Quedan algunas luces moviéndose entre las estrellas en el cielo nocturno. Son ya muy pocas y supongo que se irán apagando una tras otra. Son los restos de los artilugios mecánicos que pusieron en el cielo, para hacer cosas que ya no tienen sentido.

También observaba mi mente en busca de respuestas a las antiguas preguntas. Pero ya no hay respuestas. No hay señales de vida humana en ningún sitio, fuera o dentro de mí.

He dejado de hacerme preguntas. Solo sobrevivir al día de hoy. Comer. Dormir. Vivir un día más. Pero hay una pregunta que persiste y es cada vez más fuerte. ¿Quién soy ahora que ya no soy un hombre?

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