Vas a enviar este poema.
"Hiedra y sol en el muro"
Los dedos quieren
abrazar los talones,
subir por los tobillos,
trepar a las caderas tan despacio
como sea posible
para extender el tiempo.
Desnudar los costados,
formar lienzos y copas,
llenarlas de ternura,
trenzarse sobre el cuello,
hacer caminos hasta la cabeza,
círculos diminutos en la raíz del pelo.
Acariciar los párpados
de modo que los ojos solo sientan
placer de estar cerrados.
Los dedos quieren
bajar ahora un poco más aprisa
al latido que crece dulcemente
y quedarse un momento a descansar en él.
Las manos quieren
avanzar extendidas pero también quedarse
en donde ya estuvieron
y le piden ayuda
a todas las regiones de la piel.
El cuerpo quiere
envolver y adentrarse,
conocer lo que es suyo
y ser lo que conoce.
Al alma que es el cuerpo
le basta vivir esto
solamente una vez
y se vuelve a fundir lo que era dos en uno.