Vas a enviar este poema.
"El augusto"
Puntilloso escribano de verdades baratas,
ahorrador de prudente raciocinio,
empeñado y ufano de lo serio. Aún así
su cara de cadáver se redime
ayudando al idiota,
sirviéndole -por compasión o admiración- de diana.
Quizá porque los juegos de ese loco
sin él resultarían payasadas.
Quizá porque le aterra
perder toda esperanza de aprender a jugar.
Y con el saxofón se transfigura
y casi ya no vemos el necio maquillaje.
Y yo lloro también la enorme lágrima
que cada tarde pinta
en el pañuelo blanco de su cara
para hacernos saber por qué van siempre juntos
el dolor y la risa.