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"La puerta oscura"
Yo tenía 8 o 9 años. Acababa de entrar desde la calle y quería subir las escaleras. Entrar a la casa de los abuelos para abrir las ventanas y ver el río.
En la planta calle un ser sombrío vigilaba tras una puerta, para impedirme pasar con el poder del miedo. Nunca lo ví, pero sabía que era un viejo casi muerto, casi vivo, que quería retenerme para que no pudiera subir las escaleras. Si el pánico conseguía detenerme me convertiría en algo como él, en él mismo. No podría subir y quedaría preso detrás de la puerta.
Después de mucho esfuerzo de voluntad conseguía subir las escaleras y entrar a la vivienda. Entonces iba directo al comedor y me asomaba a la ventana.
La ventana era grande. Ocupaba toda una pared. A través de ella se veía un gran tramo del río. Un río muy ancho y profundo de aguas del color de la tierra que se movían con rapidez y sin ruido. Era el río que tendría que atravesar un día y yo quería hacerlo. El sol estaba bajo, en el horizonte. La luz tenía el tono anaranjado y apagado del crepúsculo.
En la orilla cercana había amarrada una barca de remos. En la otra orilla, muy lejos, se veían los campos arbolados.
Me quedaba detrás de la ventana contemplando. El tiempo se detenía entonces, porque yo, fascinado por la belleza de la escena, no quería moverme de allí. Ya no me importaba lo que pudiera haber detrás de la puerta oscura. En mi atención solo quedaba el río.