El esplendor del Rey
Introducción
Quise decir la vida en cuanto la eché de menos.
Solo andar
Solo andar,
sobre la plenitud del mundo abierto.
La misma claridad del horizonte
está ya en cada paso.
En la tierra y el cielo
la misma luz.
Sin sombras y sin puertas.
Sin preguntas.
Todo lo que me das
Todo lo que me das.
Todo lo que ya estaba
y no veía.
Esta vida
una y completa
la reconozco en tí.
Te veo.
Te reconozco en mí.
Se deslucen los nombres de las cosas,
pero las cosas tienen
su propia luz
y en ella llegas,
me ves
y hablar no es necesario.
Esta calle
Esta calle
tantas veces andada
y conocida
hoy es nueva y abierta
en deslumbrado asombro.
Ir hacia alguna parte con esfuerzo
y volver como el agua,
viendo cómo está lleno el mundo
de la vida.
Cómo no existe tierra permanente
donde el miedo pudiera establecerse.
La delicada claridad
La delicada claridad.
El suave viento que eres
en el fondo del cuerpo
y en el cuerpo del mundo.
La alegría final de la certeza.
Reconocerme vivo,
desprendido y completo.
El corazón tranquilo.
Siempre nueva
Siempre nueva,
no nace a cada instante.
Siempre está ahí,
atravesando los seres desde el centro,
mostrando el camino a los aún dormidos
mediante el dolor de su ausencia,
el calor atrayente de su llamada,
el anhelo de verla.
Ellos saben
que aún no están allí.
Ellos sufren e ignoran
que están ya aquí,
con ella,
desde siempre.
Que ya ven con sus ojos,
aman con su corazón,
viven con su vida,
son con su mismo ser.
La boca de mi amor
La boca de mi amor,
no vista, no tocada, no posible,
me llama
con su silencio
y voy.
¿Qué le falta a la vida?
¿Qué le falta a la vida?
¿Qué me lleva a las flores
que recojo?
La lluvia de la noche
La lluvia de la noche
dejó pequeños charcos
estrechando
la linea del camino.
Nunca puedo
Nunca puedo
saber de dónde vienes.
Siempre nos encontramos
a la orilla del mar.
Y cuando, consumido,
vuelvo al sueño,
te vas.
El mar borra tus huellas
y me quedo
otra vez anhelando.
No quieres que te espere
No quieres que te espere
ni te siga.
Esto quieres:
Quieres que ame el jardín,
que cuide al niño,
que respete al vecino,
que cure las heridas de cualquiera,
que prepare alimento para todos.
Que me ame, me cuide, me respete y me cure
y así
viva de tí.
¿Quién eres?
¿Quién eres,
que no puedo conocerte en tí misma
sino en los seres que amas?
Flores de primavera
He cortado
flores de primavera
al borde del camino.
Ahora mi corazón
está otra vez cautivo.
Vuelves del sueño
Vuelves del sueño.
el mundo queda limpio.
En la vigilia muda de mis ojos
se abren tus ojos.
Llega la mañana.
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Lluvia tranquila
Lluvia tranquila.
Brillan
las piedras del camino.
El caminante sigue
El caminante sigue
por el margen estrecho de la playa.
Olas pequeñas
van borrando las huellas.
Mediodía
Mediodía.
Solo el peso del sol cubre los campos.
La cigüeña
se adormece escuchando
la palabra vacía de los grillos.
Fresco
Fresco, fácil y vivo es ahora el camino,
feliz se eleva y se despliega el canto
desde el corazón agradecido.
El agua baja al fin
El agua baja al fin
por los torrentes secos
dando vida al espacio
entre las piedras.
Las palabras
Las palabras
han perdido el veneno
y han conservado el filo.
Menos
Menos que claridad,
menos que cercanía,
menos que santidad,
menos que paz,
menos que bienaventuranza,
menos que don,
menos que ligereza,
menos que canto,
menos que silencio,
menos que centro,
menos que nada,
menos que abandono,
menos que amor.
Más breve, más profundo, más ligero,
más real, imposible y necesario.
Más escondido. Menos cosa.
Menos.
Esta lluvia
Esta lluvia
que no llega de afuera
que arrastra las sospechas de este cuerpo
y lo nutre, lo abre,
lo libera y lo hace
dichoso territorio de intercambio.
El latido ubicado
en cada punto de la piel
del cuerpo y de la vida que lo abraza.
El abrazo
del mundo iluminado
sobre el cuerpo
que se transforma en gozo.
La gradual unidad de la experiencia de vivir.
Limpieza del cristal del no saber
que libera de todos los trucos.
Gratitud pura a todo.
Sujetas al misterio
las conjeturas, dudas y certezas.
Este misterio,
cálido y familiar.
Tan dentro como lejos.
Las grullas
Cruzan las grullas
lentas
el azul apagado.
El aire de la tarde
lleva rastros
de fuego de hojarasca.
Mis pasos
Mis pasos
levantan a los pájaros.
En el aire
el halcón se dispara.
La luna
La luna
solemne, lenta y fría,
despierta y tensa el aire en el jardín.
En las sombras hay rumores de vida
que acompañan este extraño desvelo.
Me miras
Me miras
y soy capaz de ver.
Agradecido,
te doy mi libertad
y mi libertad crece.
Otoño
Otoño. Hoy los recuerdos
son los frutos silvestres del sendero.
Paso sin detenerme y los entrego
a los seres hambrientos.
El camino se ensancha
difuminado en bosques
y laderas sin huellas.
Un breve grito
La presa y el halcón.
En el silencio, un grito.
¿Quién se aleja?
Oigo tu voz
Oigo tu voz completa y luminosa
que conoce mi nombre como nadie.
Ahora soy el amado.
Y se termina así
mi obcecado destierro.
¿Qué me falta saber?
En todos los caminos
te he buscado
con mi luz de mendigo.
Nunca veo tu rostro.
Oigo tus pasos.
Me detengo cansado
y siento que me esperas.
Cambio de rumbo y sigo.
Vuelves a caminar
por delante de mí.
¿En qué lugar, qué día
quieres estar conmigo?
¿Por qué no hablas?
¿Por qué ocupas el punto
donde mi fe no llega?
¿Qué me falta saber
para coger tu mano?
El alma no conoce tu camino
El alma no conoce tu camino.
Los caminos del alma
están llenos de cosas y figuras.
Llenos de vida y muerte,
de víctimas y fieras,
de sombras y de luz,
de arrullos y de gritos.
Los caminos del alma
nunca encuentran su meta.
Herida, esperanzada,
en su anhelo de tí, sigue buscando.
En cambio tu camino,
el que lleva hasta tí,
no tiene más que un paso.
Irrepetible, extenso y despejado.
Tan hermoso e inmenso
e inmediato,
que no admite razón.
Tan breve, amor,
que el alma no lo encuentra.
Salto de mí hacia tí
Salto de mí hacia tí.
De la esperanza oscura
al corazón de todo.
De la herida incurable
al pleno amor.
Has sido amado
Aún habiendo roto
el pilar que sustenta la felicidad propia,
alejado de todos los seres que podían salvarte,
despreciada como guía la experiencia,
aún convencido esclavo de la razón del yo,
tomadas todas las decisiones erróneas,
perdido el recuerdo de la primera fe.
Aún habiendo dañado,
con decisión o por indiferencia,
a los corazones cercanos.
Aún ciego al visible dolor de los otros
y sordo al rumor profundo de tu angustia.
Aún habiendo compuesto razonables excusas para el mal.
Aún obcecado siempre en parecer desierto,
seco, solo, perfectamente autónomo.
Al fin has sido amado.
Inmensa y perdurablemente amado.
Han pasado a tu lado personas incomparables
y algunas por un tiempo se han quedado contigo.
Has recibido lluvia de claridad
y toda cosa que necesitabas.
Han sido sanadas tus heridas.
Se han roto tus magníficas defensas.
Y se han abierto para tí las puertas.
Y esto que no mereces,
esto que no es posible,
esto que rechazabas,
esto eres tú,
bendito desde siempre.
Agradezco
Agradezco
las formas de experiencia
que se me han concedido.
Abro mi puerta a todos los seres
que han compartido un día
conmigo y mis asuntos.
Venero a los maestros que he dejado
buscando al último maestro.
Con todos permanezco para siempre.
Regalo este momento
a los momentos tristes de mi vida.
Reconozco el amor que me sostiene
desde el primer recuerdo.
Este instante contigo
Este instante contigo
es un acto de amor
a todos los pasados momentos
carentes de esperanza.
Y con ellos se une
para dar claridad
al misterio del tiempo.
El no nacido
Ha vuelto el no nacido,
su experiencia de amor ilimitado,
la inesperada suavidad del mundo,
el mundo antes hostil
que ahora te completa y te defiende
como envuelven los brazos de la madre,
retoñando los huesos en zarcillos,
restituyendo
toda la tierra en flor.
Identidad de vida
disuelta en mayor vida
para jugar ahora
a este juego gozoso.
Todos estos regalos
Todos estos regalos,
todas estas certezas,
aún son pequeñas flores,
delicados anhelos
envueltos en ideas.
Para dar este paso
aún te sobra su carga.
El mendigo se esconde
El mendigo se esconde.
Vuelve a sembrar dolor.
Cree que no es posible
abrir la puerta,
recibir las flores.
El rey abre la puerta
El rey abre la puerta.
El sol entra en la vida.
¡Las hojas han caído
tantos días
para nutrir el suelo
de este momento!
Amo la luz
Amo la luz que sabes poner en la memoria,
esta manera tuya de respetar mi error
y convertir en obras compartidas
lo que viene de tí.
Sello de la certeza
Sello de la certeza
es para mí el asombro
de hallar en lo profundo de mis pozos
el manantial
de tu sereno rostro.
Cada instante de vida
Cada instante de vida es un regalo
tan hermoso
que no puedo guardarlo.
Tu casa y mi camino
Tu casa y mi camino,
tu verdad y mis nombres,
el ser y la esperanza,
tú estable y yo disuelto.
Yo, tu sonoro corazón.
Tú, mi callado centro.
Descanso en la ribera
Descanso en la ribera
donde arrulla un rumor de palabras.
Pero en el agua salta el pez magnífico
y el eterno silencio se renueva.
Ocaso
La profunda
respiración del mar
no interrumpe
la calma del ocaso.
Pues sé que estás aquí
Pues sé que estás aquí
me quedaré despierto mientras pueda,
alerta en esta noche silenciosa.
Pues sé que no te gusta detenerte
seguiré caminando
y encontraré tus huellas.
Pues nada sé de tí
sino que no me apartas,
cantaré tu palabra por los campos
aunque sea evidente mi locura.
Escucharé las voces y el silencio
hasta hablar en tu lengua.
Haré lo que tú haces.
Miraré con tus ojos.
Seré lo que hay presente.
El rey no tiene trono
El rey no tiene trono.
El rey no está sentado.
En la casa del rey hay una sola estancia.
Sus muros transparentes no detienen la brisa.
El rey ha reunido a los pobres del camino
y les abre su casa.
Sentados a su mesa recuperan una vida infinita.
En la casa del rey no hay sirvientes ni llaves,
pues el rey no conoce los reflejos del oro.
El esplendor del rey
llena de luz las manos de los niños,
el silencio del cielo,
la danza del humilde,
la leche de la madre
y tu sonrisa.
El que conoce al rey
El que conoce al rey
ha dejado olvidados
el miedo y la tristeza
y no lo pueden ver
los que hacen daño.
Tiene en el pecho
la suave brisa azul,
la canción silenciosa que no acaba
y el vacío estrellado.
Uno más con la gente,
trabaja, baila, juega,
comparte el pan y el vino
y en soledad se sienta cada noche
agradecido.
Mi amigo va conmigo
Mi amigo va conmigo.
Anda ligero y habla con cualquiera.
No se detiene a contemplar su vida.
Juega, disfruta,
come con gusto lo que encuentra.
No se adhiere al dolor
ni atesora la luz.
Y va por el camino
como sopla la brisa.
Esto es la vida
Creía que al llegar
dejarías desdibujado el mundo
y reinarías ocupando el centro
de dimensiones nuevas.
Ahora que me has dicho tu secreto,
lo proclamo riendo abiertamente
y lo comparto como quieres.
Todo en tu voz se alegra,
de tí sale, a tí vuelve, en tí descansa
y acompaña mis pasos
en un mundo sin reino
ni camino.
Los seres que me encuentran
me reconocen.
Abro y cierro los ojos,
velo y duermo.
Veo y divago.
Juego, me pierdo y vuelvo.
Comparto el vino y el dolor,
el pan y el hambre,
el hogar, la alegría y el trabajo.
Ando y descanso
y vivo con vosotros.
Esto es la vida
largamente esperada
y deseada.
Siempre presente aquí
desde el principio.
Las manos
Las manos
mezclan y cocinan el pan
para los hijos.
Los hijos se alimentan
de la tibia intención de las manos.
Las manos son mezcladas en el pan
por el calor atento.
Estos ojos
Estos ojos
que se llenan
de la luz de las cosas
¿de quién son estos ojos?
En el centro del puente
Me detengo
en el centro del puente
sobre el arroyo.
A un lado vibra y canta
la pequeña cascada.
Tranquilo se desliza al otro lado
el rumor de las aguas.
Aquí
siempre ha estado mi casa.
La corriente
La corriente del río
me llama y se despide.
Canta y gime.
Se enamora y se cansa.
Se alegra y se entristece.
Añora y abandona.
En ella la envoltura
del corazón
que espera y sigue al agua
se disuelve despacio.
Pero su centro
silencioso e inmóvil
permanece radiante,
generando la vida,
vacío
de cualquier otra cosa.
Todo mi camino
Este lugar es todo mi camino.
Aquí quiero llegar.
Aquí estoy.
Por aquí estoy pasando.
Aquí quiero vivir
hasta el último día.
Este momento
es el tiempo completo de mi vida.
Aquí espero
amar sin ataduras
y sin otro propósito.
Me esperaban
A la orilla del río me esperaban
las almas del camino.
En el agua
han quedado sus voces.
Los hermanos.
La lluvia, el sol, la tierra.
La tortuga, el ratón, el gavilán, el zorro.
El mendigo, el soldado, el labrador.
La paloma, la luna.
Y todos.
Aquí están todos.
Aquí se juntan todos.
Han venido a la fiesta.
Solo aquí puedo verlos.
Desde aquí empiezo a caminar de nuevo,
compartiendo la vida.
Todos cruzan conmigo
y el agua no se opone.
La palabra
La palabra que te muestra quién eres.
Escrita, proclamada y escuchada.
Mas no creada.
No mata, pero corta
la vida en dos mitades.
A un lado lo que sobra,
al otro lo que falta.
Y ya no puedes escapar de tí.
Eres esta palabra.
Esta brecha en el mundo,
esta corriente clara
que no contiene nada,
que todo ampara,
que no tiene sonido,
que no se escucha,
pero te hace bailar
fuera del tiempo.
Tu llamada
El universo entero
en tránsito de abrirse
exhala la tensión de tu llamada.
Ya no conozco nada
ni quiero conocer,
tras el calor de tu secreto abrazo.
Que se cumpla esa eterna promesa.
Que sean uno el cuerpo y la palabra.
Y terminen tus manos de llevarse
la nube que me encierra.
Son serenos tus pasos
Son serenos tus pasos
y tú mismo sonriente y ligero
cuando ya se ha disuelto suavemente el anhelo
en el flujo de la mansa corriente
y solo queda el hecho
puro y real de tu presencia en todo.
No hay adónde llegar
y sigues caminando
pues es ésta la forma de vivir.
A nadie hay que esperar
porque a cada momento ya se cumple la vida
y todos los que amas
se reúnen contigo para siempre.
Simple y hermosa
de manera que ya no admite duda,
vives aquí esta vida
que lo contiene todo
y que te une a todos,
que hace sagrado y fácil
el paso que estás dando.
La flor que no sembraste
Sorprendido
has abierto las manos.
La vida enamorada
te da
la flor que no sembraste.
Ahora estoy contigo
Ahora estoy contigo.
Entre nosotros
solo hay cosas sencillas.
La sombra de las hojas
meciéndose en la mesa.
La llamada del pájaro.
El silencio. El reposo.
La confiada espera.
Tus manos, tan amadas
que no quiero cogerlas.
El júbilo de estar
cerca de ti y de todo.
Como un niño
Como un niño,
en tus brazos
no necesito luz,
calor, palabras
ni ninguna otra cosa.
Igual a tí.
Fundido en tí.
Despierto en tí.
Perdido ahora en tí.
Ya no soy nada
y tengo ser en tí.
Mi maestra
Se mueven
hacia los horizontes
reflejos de tu clara sonrisa de certeza.
Eres tú mi maestra
en este paso,
el latido de carne y esperanza
del corazón mayor
que habitas desde siempre.
Mi casa, adonde llego
revestido de júbilo,
vacío.
Hierba
Cubierta de rocío
la hierba frente a tí.
Ancho reflejo del amanecer
en tus ojos despiertos.
Incertidumbre
¿Tiene que haber también
días de incertidumbre
en que el peso del tiempo
amenaza la vida?
Dentro de mí, llorando,
aquél que va conmigo,
el que siempre
necesita mi abrazo.
En este abrazo estás,
te encuentro y te renuevas.
Vengo sin condiciones,
busco refugio
en el silencio oscuro donde reinas.
Voy hacia tí,
me alejo de tu imagen.
Apaciguar al niño, consolarlo,
y seguir adelante.
Despejar la esperanza
con la fuerza invencible de tus brazos.
Andar sin pensamiento en el amor
y aceptar las razones del dolor.
No me alejo de nadie
Para acercarme a tí
no me alejo de nadie.
Me uno a todo en tí.
No descuido a ninguno
cuando en tí me desvelo.
El mismo anhelo,
el mismo despertar,
la misma abandonada soledad
en el mismo camino.
Tu llanto está en las lágrimas
de todos los que amo.
Tu júbilo, en su canto.
Tu presencia completa
en el misterio
de su presencia en mí.
A tu tibia ternura se disuelve
Escuchas y recoges
en tu silencio claro
tantas palabras, tantos
excesos de esperanza.
La parte que tenían
de la mentira antigua,
a tu tibia ternura se disuelve.
Ya están aquí otra vez, reales,
contigo mis hermanos.
Y podemos vivir sin escapar
de las pequeñas cosas familiares.
Dejar las manos sueltas
Dejar las manos sueltas,
dejar la voz serena,
no sujetarse al júbilo ni al duelo,
dejar que todo cambie,
dejar que todo sea,
permanecer en nada,
abrir todas las puertas.
Que no quede sospecha.
Que se lave la piedra.
Te amo
¿De cuántos modos ya
te he dicho que te amo?
Ya sé que no hace falta,
pero ¿qué voy a hacer?
He nacido con voz
y nunca supe
para qué serviría.
Abro la puerta
Ya que no está en mis manos
darte la vida,
abro la puerta hoy
para dejarte libre.
Para que nunca vuelva
la tristeza a tus ojos.
Para que no se cierre
definitivamente tu sonrisa.
Para saber que el aire
se mueve por tu vida
y caminas y llegas
a donde quieres ir.
En cuanto a mí,
quede abierta la puerta para siempre
aunque nunca se cierren las heridas,
ensanche el sol las grietas del tejado
y que pueda aprender
a dormir bajo el cielo.
Que vengan los que quieran
a llevarse las piedras.
Sea todo mi mundo
escuela bulliciosa
de pobladas colinas
y se llene de hierbas
y madrigueras.
Y sea yo aprendiz
de todo ser
que ama y canta en la tierra.
Piérdase la memoria
de esta marea.
Y si aprendes también
la danza de la vida,
que pasen tus caminos
por mis alegres ruinas.
Tanta cansada pena
Hay en tus ojos
tanta cansada pena,
tanto llanto
que no puede salir
y se transforma
en cortinas de niebla.
Amor, ¿por qué has creído esa mentira?
¿Por qué piensas
que no mereces ver?
¿Qué dolor es tan hondo,
qué miedo tan temible?
Intentando
Aquí estoy,
intentando
caminar a tu paso
a través de los días
para entrar
al dorado descanso de tí misma.
Haz el último esfuerzo,
busca en el corazón
restos de confianza.
Porque, amor, no podemos
vivir en la tristeza.
Aunque sabes
Aunque sabes
que la luz es el centro de las cosas,
por costumbre
aún buscas en las calles, en las tiendas,
en la turbia llamada de los sueños.
Pero pronto se agota ese placer
y vuelves a encontrarte
enamorado y solo.
Bajas, cruzas, renuncias, cabalgas el aliento,
entras al ancho río,
permaneces inmóvil con los ojos abiertos
para que el agua vaya deshaciendo tu cuerpo,
para que el tiempo vaya rompiéndose en instantes
y la ilusión antigua se desprenda
de tu frágil visión.
Y después te levantas y quizá
vuelves a preguntarte si no habrá algún regalo bajo el árbol.
Así está bien.
La vida no te exige que te arranques la piel.
Sin embargo,
ya que no estás hambriento,
deja que todo ocurra y permanece callado
sin dar nombre al instante,
sin controlar el pulso,
sin querer que suceda.
Calla y déjate ser
ese profundo no que no conoces.
Para el hombre vacío
vivir es resultado de haber muerto
-una vez, muchas veces-
pero siguen las ropas tendidas en el prado
blanqueándose al sol.
Tiempo de espera
Hablábamos ayer del misterio del tiempo.
Hoy es tiempo de espera
y echo en falta tu voz.
Ahora cada uno está en sus cosas
y el viento de septiembre me pregunta
si mañana estarás al otro lado,
si yo podré cruzar para encontrarte.
Llenarlo todo
El amor como el agua quiere llenarlo todo.
Y mis defensas ya se han derrumbado.
Entras en mí y ayudas a vaciar la casa.
Que se cumpla la ley de bienaventuranza
y que sea tu mano la mano del misterio.
Que sea siempre todo
sencillo y evidente como tú.
Que esta alegría siempre quede libre
de mis manos.
El movimiento del agua
No el contenido impulso
De la flecha en el arco
No la mirada vertical del águila
Sino más bien
El movimiento en expansión del agua
Para llenarlo y fecundarlo todo
La tranquila emoción
Segura de tener la fuerza de la vida
La visión que retira los vestidos sobrantes
Desechando belleza, control, sabiduría
Y se queda fundida en el instante justo
Siendo solo contacto
Solo pura presencia
Llegando a donde estás
Ya no quiero esconderme
Ya no quiero esconderme
Dejo la puerta abierta
Que el gozo y el dolor puedan entrar si quieren
No me defenderé de quien me ama
El universo entero me llama desde tí
Y entran todas las voces con la tuya
A cantar en mi canto renacido
Serán días de luz para todo lo nuevo
Comprender las heridas
Sanar lo que podamos
Vivir el júbilo que se nos ofrece
Llorar todos los llantos al calor de tus brazos
Explorar el camino de regreso
Sostener tu desánimo en todos los desiertos
Dejando amor en todos
Aceptando cualquier don de la vida
La gracia que esperabas
La gracia que esperabas
no era al fin un regalo delicado
ni un expolio.
No le da ni le quita nada al mundo.
Solo aparta la venda de los ojos.
Limpia y deshace la ilusión
y desposee de su poder al miedo
Me hablas
Me hablas y levanto a tí los ojos
Y veo el rostro claro
De la verdad sin sombras
Pues todo lo que encuentras
Me lo ofreces
Con el temblor
De tu pecho inocente
Fuego que de tí sale
Renaciendo en tu centro
Y hace cenizas tanta sangre estancada
Luz sembrada en la tierra
Por donde caminamos
Cogidos de la mano
Aprendiendo otra vez a respirar
El aire fresco
del infinito y misterioso amor
Ahora que estoy vivo
Ahora que estoy vivo
Ahora que soy libre
Es mi deseo verte
Mientras la luz aumenta en tu mirada
Ahora que renaces
Y te atreves otra vez a cantar
Envolverte en mi ropa transparente
Que los seres hambrientos no te vean
Tampoco el que yo mismo llevo dentro
Verte crecer
y ver cómo te abres a la vida
Oir esta alegría de tu voz para siempre
Ver cómo reconoces lo que es tuyo
Y caminar contigo
Hasta que reines en tu libertad
Ver, no mirar
Ver, no mirar.
Por la ventana abierta
entra la luz alegre y transparente
a fundirse en el cuerpo y en las cosas
trayendo la presencia,
llevándose la imagen y la idea
Tú eres la puerta
El umbral eres tú, tú eres la puerta
Por tí llega la luz, en tí respiro el aire
A través de tu voz me llega el cántico que deseo cantar
De tí tomo el saber que me sostiene
Erguido en el instante
Ofrecido a la vida
Tudela, Torrente (2016)
Al corazón mayor que nos reúne
Indice
(1) Solo andar
(2) Todo lo que me das
(3) Esta calle
(4) La delicada claridad
(5) Siempre nueva
(6) La boca de mi amor
(7) ¿Qué le falta a la vida?
(8) La lluvia de la noche
(9) Nunca puedo
(10) No quieres que te espere
(11) ¿Quién eres?
(12) Flores de primavera
(13) Vuelves del sueño
(14) Lluvia tranquila
(15) El caminante sigue
(16) Mediodía
(17) Fresco
(18) El agua baja al fin
(19) Las palabras
(20) Menos
(21) Esta lluvia
(22) Las grullas
(23) Mis pasos
(24) La luna
(25) Me miras
(26) Otoño
(27) Un breve grito
(28) Oigo tu voz
(29) ¿Qué me falta saber?
(30) El alma no conoce tu camino
(31) Salto de mí hacia tí
(32) Has sido amado
(33) Agradezco
(34) Este instante contigo
(35) El no nacido
(36) Todos estos regalos
(37) El mendigo se esconde
(38) El rey abre la puerta
(39) Amo la luz
(40) Sello de la certeza
(41) Cada instante de vida
(42) Tu casa y mi camino
(43) Descanso en la ribera
(44) Ocaso
(45) Pues sé que estás aquí
(46) El rey no tiene trono
(47) El que conoce al rey
(48) Mi amigo va conmigo
(49) Esto es la vida
(50) Las manos
(51) Estos ojos
(52) En el centro del puente
(53) La corriente
(54) Todo mi camino
(55) Me esperaban
(56) La palabra
(57) Tu llamada
(58) Son serenos tus pasos
(59) La flor que no sembraste
(60) Ahora estoy contigo
(61) Como un niño
(62) Mi maestra
(63) Hierba
(64) Incertidumbre
(65) No me alejo de nadie
(66) A tu tibia ternura se disuelve
(67) Dejar las manos sueltas
(68) Te amo
(69) Abro la puerta
(70) Tanta cansada pena
(71) Intentando
(72) Aunque sabes
(73) Tiempo de espera
(74) Llenarlo todo
(75) El movimiento del agua
(76) Ya no quiero esconderme
(77) La gracia que esperabas
(78) Me hablas
(79) Ahora que estoy vivo
(80) Ver, no mirar
(81) Tú eres la puerta