Esta lluvia
que no llega de afuera
que arrastra las sospechas de este cuerpo
y lo nutre, lo abre,
lo libera y lo hace
dichoso territorio de intercambio.
El latido ubicado
en cada punto de la piel
del cuerpo y de la vida que lo abraza.
El abrazo
del mundo iluminado
sobre el cuerpo
que se transforma en gozo.
La gradual unidad de la experiencia de vivir.
Limpieza del cristal del no saber
que libera de todos los trucos.
Gratitud pura a todo.
Sujetas al misterio
las conjeturas, dudas y certezas.
Este misterio,
cálido y familiar.
Tan dentro como lejos.
Esta lluvia (de El esplendor del Rey)
A veces oigo un eco, a veces lo imagino.
No sé de dónde viene. Lo pongo aquí en palabras,
por si no es para mí. Ya discernís vosotros.